La Audiencia de Palma ha condenado a 20 años y medio de prisión a Arnau M.N., el asesino de Porto Cristo, por matar de dos tiros en el pecho y el cuello al amante de su mujer en el bar que este último regentaba en la localidad costera de Manacor el pasado 24 de junio de 2014.

Un jurado popular declaró culpable la semana pasada al acusado, de 53 años, de un delito de asesinato y otro de tenencia ilícita de armas. Ahora, el magistrado presidente le ha impuesto 18 años y medio de cárcel por el crimen y otros dos años por poseer un revólver sin la correspondiente licencia ni la guía de pertenencia. En concepto de responsabilidad civil, el juez ha fijado una indemnización de 250.000 euros para la mujer y la hija del fallecido, y también prohíbe al sospechoso aproximarse a estas familiares durante diez años, así como residir en Porto Cristo durante cinco años.

Según se declara probado en la sentencia, que se ha hecho pública hoy, los hechos ocurrieron el pasado 24 de junio de 2014, sobre las 7,40 horas de la mañana, cuando el acusado acudió al restaurante de Porto Cristo que regentaba la víctima, Ángel Abad, que mantenía una relación sentimental con su esposa. El sospechoso entabló una conversación con el hombre y sin que este se lo esperase le disparó dos tiros con un revólver, marca Llama modelo Scorpio, del calibre 38, en el pecho y el cuello. El perjudicado murió casi en el acto por destrucción de centros vitales como consecuencia del shock hemorrágico provocado.

Arnau M.N. no disponía de licencia ni de guía de pertenencia del revólver que utilizó para asesinar a Ángel, ya que lo había adquirido por conductos no reglamentarios. El arma había sido inutilizada administrativamente y desde 1997 figuraba como titular otra persona.

El magistrado le ha impuesto la pena máxima por tenencia ilícita de armas, dos años de prisión, al tener en cuenta el tipo de arma utilizada para cometer el crimen, que carece de mecanismo de seguridad y no deja casquillos; su uso anterior, ya que empleó el revólver en el club de tiro para hacer pruebas y hacerse con su manejo; el que intentase adquirirla en el extranjero y su potencialidad mortífera por usar casquillos con punta metálica.

Por su parte, en el caso del asesinato, el juez fija una condena intermedia y no el tope máximo al valorar que el acusado, pese a no reparar el daño, sí ofreció a través de su defensa una vivienda con el fin de que se pueda destinar al pago de la indemnización. La sentencia también destaca varias circunstancias del crimen como la ocultación del arma en un escondrijo en el foso del taller del sospechoso; que este se cambiara de mono tras los hechos para hacer desaparecer evidencias; la premeditación, ya que buscó por internet información sobre el arma y su obtención, así como de la víctima y su relación extramatrimonial con su mujer; que el acusado fuera un experto tirador, así como que al día siguiente del asesinato "no tuvo reparo en dar el pésame a su hija y entabló conversación con su yerno para interesarse por lo que había pasado". Por todo ello, el magistrado le ha impuesto 18 años y medio de cárcel por el asesinato alevoso.