Los dos ciudadanos búlgaros detenidos esta semana por explotar a mendigos en Palma y Calvià ingresaron en prisión el pasado jueves por la noche por orden judicial. Los dos sospechosos negaron los cargos ante la magistrada de guardia de Palma y relataron que incluso habían ayudado a las víctimas, a las que tenían acogidas en su piso en Santa Ponça.

Sin embargo, los dos perjudicados, dos jóvenes compatriotas originarios de la misma localidad que los arrestados, confirmaron las terribles condiciones en las que se hallaban en la isla. Según denunciaron el pasado sábado ante la Policía Nacional, eran obligados a ejercer la mendicidad 12 horas al día bajo amenazas en centro comerciales de Santa Ponça y Palma. Debían entregar a sus "señores" todas las ganancias y estos les exigían una recaudación mínima diaria de 100 euros. Si no conseguían este dinero, sufrían palizas y eran golpeados con puñetazos o una barra de hierro.

Cuando no pedían limosna, las dos víctimas eran obligadas a residir en el piso de los dos arrestados en Santa Ponça en la condición de "siervos" de estos. Allí, dormían en unos colchones en el suelo en el pasillo y vestían con harapos. Tampoco les daban de comer, por lo que se tenían que alimentar con lo que los ciudadanos les donaban a la salida de los comercios. Uno de los perjudicados estaba siendo preparado para ser explotado sexualmente en ambientes homosexuales, según la Policía. Ambos compatriotas fueron captados en su pueblo en Bulgaria bajo falsas promesas de trabajo y mejora de vida. Uno debía trabajar recogiendo naranjas y el otro iba mendigar a medias con su captador. Al final, uno llegó a la isla en octubre y el otro hace menos de un mes. La Policía Nacional detuvo a los sospechosos el miércoles y se incautó de 3.400 euros, anabolizantes y documentos.