La Policía y la Guardia Civil estuvieron ocho horas buscando a un turista alemán de 24 años en aguas de s'Arenal. Creían que se había ahogado frente al balneario 6, al meterse en el mar con una borrachera considerable. Ajeno al gran operativo que intentaba dar con él, Friedo B. exprimía sus cortas vacaciones en Mallorca recorriendo bares y discotecas. El despliegue policial acabó en cuanto el joven decidió poner fin a su fiesta y regresó, ya de madrugada, sano y salvo a su hotel.

Fue un amigo suyo, Philip Z., de 26 años, quien dio la voz de alarma. Habían llegado juntos el mismo miércoles para pasar dos intensos días de fiesta en Mallorca y en cuanto dejaron sus cosas en el hotel empezaron a beber. A las siete de la tarde estaban ya muy ebrios y decidieron darse un baño. Vestidos de calle, nadaron mar adentro hasta que las fuerzas les fallaron. Philip se agarró a una boya, a 150 metros de la costa, y empezó a gritar desesperado. No veía a Friedo por ningún lado y estaba convencido de que se había ahogado.

Varios testigos se lanzaron al agua, lo rescataron y avisaron a los servicios de emergencias, que pusieron en marcha un gran operativo. Varias patrullas de la Policía Local y el Cuerpo Nacional de Policía y ambulancias acudieron al lugar de urgencia y empezaron a buscar al joven. Los policías, siguiendo las indicaciones utilizaron los velomares de la playa para llegar al lugar donde Friedo había desaparecido, pero no encontraron ni rastro de él. Empezaron a temer que estuviera muerto en el fondo del mar, pero las aguas estaban turbias por las recientes tormentas y la visibilidad era casi nula. Al operativo se sumaron entonces los buzos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) y la patrullera del Servicio Marítimo de la Guardia Civil. La expectación en la zona crecía y numerosos turistas se agolpaban en primera línea para seguir de cerca la búsqueda del joven.

Tampoco los submarinistas, que aprovecharon las últimas luces del día y continuaron después la búsqueda con potentes linternas, pudieron encontrar al joven. Philip, abatido, llamó a la familia de su amigo desaparecido para explicarles cómo sus vacaciones en Mallorca habían acabado en tragedia.

Pero Friedo no estaba en el fondo del mar, aunque no andaba lejos de allí. Sin tener ni la más mínima idea de que una legión de policías y guardias civiles lo buscaban desesperadamente ni de la angustiosa espera de su amigo y su familia, el joven aprovechaba al máximo su paso por la isla en los bares y discotecas del balneario 6.

Pasadas las tres de la madrugada decidió dar por acabada la noche y regresó al hostal. Allí lo encontró Philip, que no daba crédito a que su amigo estuviera bien. Friedo le contó que cuando se metieron en el agua decidió regresar a la playa y, aunque tuvo dificultades para hacerlo, consiguió llegar a la orilla. No se dio cuenta de que él se había quedado atrás y, muchos menos, de la que se había formado al darlo por desaparecido.

La Policía y la Guardia Civil desactivaron entonces el operativo de búsqueda y la familia de Friedo fue informada de que todo había terminado bien. El consulado alemán contactó ayer con la Policía para interesarse por el desenlace de la historia.