"Quiero decir que lamento mucho de corazón todo lo que hice. Y también pedir perdón a la familia entera por el desastre que hice". Andreu Coll Tur, el parricida de Alaró, de 20 años, aprovechó el turno de la última palabra para mostrar su arrepentimiento ante el jurado popular ayer al final del juicio. No se le quebró la voz ni se le notó ningún síntoma de emoción. Sus palabras fueron frías. Durante la vista, estuvo tranquilo y sereno. No soltó ni una sola lágrima. Sentado en el banquillo, se recostaba hacia delante.

Su compinche y amigo, Francisco Abas, de 21 años, parecía más nervioso. "Quiero pedir perdón por todo lo ocurrido a la familia de la víctima y expresar mi arrepentimiento sincero, en especial, a mi familia por hacerles pasar por esta situación", indicó en la última palabra. Su alegato parecía guionizado, estudiado, nada espontáneo. Su letrado, Antoni Monserrat, minutos antes había calificado el crimen de "atroz". El joven pudo hablar con sus familiares en el calabozo poco antes de empezar el juicio. Por su parte, el abogado de la acusación particular, Jaime Campaner, dijo que el acuerdo alcanzado era "justo". Los forenses indicaron que ninguno de los acusados padece un trastorno y que la víctima sufrió 41 lesiones, la mitad en el cráneo. "El ataque fue por sorpresa con múltiples objetos", precisó el perito.