Móvil económico. El brutal asesinato ocurrido el pasado 15 de enero en un domicilio de Pollença, en el que Llorenç Colom Cabanellas, de 84 años, falleció a hachazos pudo estar motivado por el robo de unos 4.000 euros en metálico que el jardinero jubilado presuntamente guardaba en casa. Pese a la pequeña pensión que cobraba, la víctima apenas tenía gastos, por lo que disponía de dinero ahorrado. Según indicaron los vecinos, Llorenç de ca l´Hereu solo acudía a uno o dos bares del municipio y a una tienda de comestibles para comprar alimentos. Además, algunos residentes recuerdan que hace un tiempo le había tocado un premio en un sorteo de una importante cantidad económica que podría rondar los 7.000 euros. De hecho, el octogenario lo había comentado más de una vez entre sus allegados. La Guardia Civil proseguía ayer con las diligencias tras la detención de dos hombres, ajenos a la familia de la víctima. Ninguno de ellos es el hermano de Llorenç, sino dos vecinos de la localidad que nada tienen que ver con el entorno familiar del fallecido. Uno de ellos está considerado un marginal y cuenta con antecedentes policiales por robos.

El Instituto Armado arrestó el pasado jueves por la noche a uno de los sospechosos M.C.V. de 56 años que carece de antecedentes y, al día siguiente, detuvo a J.C.N., de 40 años. Ambos son españoles, residentes en Pollença y están imputados inicialmente por un delito de homicidio. Hoy por la mañana está previsto que pasen a disposición judicial en Inca. Uno de ellos es una persona conflictiva muy conocida en Pollença relacionada con un entorno marginal. Además, los detenidos solían moverse por los alrededores de la casa de Llorenç Colom, en la calle Gonçal Ferragut. De hecho, uno vive muy cerca de la vivienda del fallecido, lo que habría propiciado que le hubieran seguido o vigilado y que conocieran sus costumbres y hábitos.

El crimen fue planificado con anterioridad y la violencia empleada fue tremenda. El jubilado no pudo defenderse del brutal ataque en su domicilio. Sufrió al menos siete hachazos, varios de ellos mortales, en la cabeza y el rostro, por lo que el asesino o asesinos se ensañaron con él. No había señales de forzamiento en las puertas del inmueble, por lo que el sospechoso pudo entrar sin problema aprovechando que la víctima casi siempre dejaba abierta la planta baja. Además, le cortaron la luz a conciencia bajando el diferencial para que Llorenç saliera del salón, momento en el que fue asesinado con un hacha o una herramienta muy afilada de jardinería.

Las pesquisas continúan abiertas y no se descarta que se produzcan más arrestos en los próximos días. Los investigadores de la Guardia Civil mantienen un hermetismo absoluto y ayer practicaban diligencias e interrogatorios antes de la puesta a disposición judicial de los dos supuestos homicidas. Ambos confesaron y se acusaron mutuamente.

El pasado viernes, los agentes, con el apoyo de la Policía Local de Pollença, llevaron a cabo varios registros domiciliarios en las inmediaciones de la calle del Roser Vell, muy cerca del lugar del crimen. Los vecinos observaron expectantes el despliegue policial e incluso algunos insultaron a uno de los sospechosos cuando era conducido a un coche camuflado. Los registros se demoraron hasta bien entrada la noche.

Varios residentes recordaron que la víctima en ocasiones en el bar hacía comentarios de que tenía dinero en casa. Esto pudo llegar a oídos de los sospechosos que planearon matarle para robarle. El día de los hechos, Llorenç les invitó a un café en el bar y estos pudieron comprobar que llevaba dinero en la cartera. Los investigadores analizan su cuenta corriente para saber si había realizado extracciones elevadas recientemente.

El Instituto Armado culminó la investigación con el arresto de los dos sospechosos, quienes ayer confesaron los hechos y se incriminaron mutuamente.

Llorenç Colom murió el pasado 15 de enero al mediodía en su casa, justo después de comer. Sus familiares lo encontraron por la noche en el suelo con el cráneo destrozado. Los asesinos habían tapado el cuerpo con una manta y su cara, con dos cojines. Dejaron el salón revuelto como si simularan un robo y se dirigieron a una habitación donde se apoderaron del dinero de la víctima.