Pocas certezas y muchas conjeturas. Los vecinos de la finca en cuyo aparcamiento fue hallado el cadáver lanzaban ayer todo tipo de hipótesis sobre lo ocurrido y coincidían en señalar que no conocían a la víctima. "Aquí no vivía. No tenemos ni idea de quién es, pero en Magaluf pasan cosas muy extrañas. A saber...", afirmaba uno de los vecinos. Los agentes de la Guardia Civil mostraron el cuerpo a algunos de ellos para ver si lo reconocían y preguntaron en los hoteles más cercanos por si algún turista había comunicado la desaparición de un amigo. Todo fue en vano. Nadie sabía quién era el hombre que yacía muerto sobre el capó destrozado de un coche.

Marcos, el propietario del vehículo, explicó que lo había aparcado a las dos de la madrugada, cuando llegó de trabajar. "Poco antes de las seis y media de la mañana me he despertado porque estaban aporreando la puerta de mi casa. He pensado que eran turistas ebrios y he ido a abrir cabreado. Eran dos agentes de la Guardia Civil, que me han dicho que había un cadáver sobre mi coche", relató el hombre. "No he escuchado nada raro en toda la noche, pero aquí estamos acostumbrados a todo tipo de cosas y aunque lo oigamos, no hacemos mucho caso. Esto es la jungla", afirmaba. Su vehículo, recién estrenado, sufrió importantes daños en la luna delantera y el capó, tenía la tapicería manchada de sangre y fue retirado por una grúa. "Por suerte lo tengo a todo riesgo y el seguro lo cubre todo".

Otro vecino del edificio, un italiano que pasa los veranos en Magaluf, examinaba con extrañeza la escena. "Es muy raro lo que ha pasado. Las ventanas de la fachada son estrechas y es imposible caerse accidentalmente. Hay que asomarse a propósito. O a lo mejor lo han tirado desde la azotea", valoraba este turista, que tampoco conocía a la víctima.