Kate McCann, la madre de Madeleine, la niña británica desaparecida en el Algarve portugués en 2007, mantiene la esperanza de que su hija está viva y, por ello, continúa su búsqueda, un proceso doloroso en el que se ha derrumbado varias veces, sobre todo cuando convirtieron al matrimonio en sospechoso. "Nos derrumbamos aún más", contesta Kate, acompañada por su marido Gerry.

Madeleine desapareció del apartamento en el que pasaba las vacaciones con su familia la noche del 3 de mayo de 2007. Estaba a punto de cumplir cuatro años y aquella noche se quedó sola con dos hermanos gemelos de dos años, mientras sus padres cenaban con unos amigos en un restaurante cercano.

—Fueron en un principio apuntados como sospechosos, después fueron exonerados de toda implicación e incluso fueron indemnizados. ¿Como vivieron el pasar a ser sospechosos de la desaparición de su hija?

Kate: –Tuvo un efecto devastador. Pensábamos que no podíamos sufrir más de lo que habíamos sufrido desde el día del rapto, pero luego llegó esto y nos derrumbamos más, sobre todo porque pensábamos que esto significaba que ya no la iban a buscar más, que allí se paraba su búsqueda. Esto fue lo mas terrible de todo.

Gerry: –Nos intentaron desestabilizar, desequilibrar para así restarnos credibilidad y empezaron a contar mentiras, manipulaciones, cosas inciertas con las que se debilitaba nuestra búsqueda.

­–Las investigaciones de las empresas que han contratado ¿qué es lo que dicen?

Gerry: –El principal sospechoso de su desaparición es un hombre de unos 35 años que medía 1,70, que tenía el pelo oscuro ligeramente más largo en la nuca que en la frente. Iba bastante cubierto para la época, que era 3 de mayo, con una chaqueta negra y con pantalones como beis o algo así. Una amiga que iba con nosotros lo vio de perfil y otra familia dio una descripción idéntica de un hombre llevando en brazos a un niño o una niña aquella noche.

–Ahora ha escrito el libro Madeleine para recaudar fondos y poder continuar financiando las investigaciones que ustedes mantienen para dar con el paradero de su hija. Un libro que, según comenta, ha sido una especie de terapia.

Kate: – Ha sido una catarsis de algún modo, una válvula que sueltas; ha tenido un efecto terapéutico el poder soltar las emociones y comenzar a escribir a partir de mis diarios. A veces me ha embriagado tanto la emoción que tenía que dejarlo.

–¿Cómo ha querido cerrar ese libro?

Kate: –El final es muy esperanzador porque no existe ninguna prueba de que Madeleine esté muerta o malherida. Por lo tanto, hay mucha esperanza de que la volvamos a encontrar.