Los vecinos de Costa d´en Blanes se han acostumbrado forzosamente este verano a convivir con el fuego. En un margen de poco más de un mes, las llamas volvieron ayer a amenazar por segunda vez sus residencias.

La calle Santa Lavinia se convirtió en la particular zona cero. Pese a que oficialmente no se había dado la orden de desalojo, la Policía Local y la Guardia Civil avisaron a los moradores de determinadas viviendas de la cercanía del fuego. En una segunda llamada les dijeron que tenían que abandonarlas.

"Sobre las tres de la tarde nos ha avisado la Policía Local. Una media hora más tarde, pasó un coche escoba de la Guardia Civil diciendo que nos teníamos que ir", indicó Francisco Kirchhofer. Este residente, su mujer y sus dos hijas tuvieron que abandonar la vivienda. Regresaron unas horas más tarde cuando ya se había controlado el incendio en ese flanco.

Por el contrario, su hermano Juan Kirchhofer, cuya vivienda está situada unos 100 metros más abajo, no se había visto forzado a abandonar la vivienda. "Parece que son provocados. No es normal que haya un incendio y unas semanas después otro", apuntó.

Mientras tanto, los Canadair hacían vuelos incesantes para descargar agua y sofocar cuanto antes las llamas. "Hay que alabar el trabajo que hace esta gente (los pilotos). Con el peligro que entraña, se tiran en picado para que no se queme".

A Vicente Moscardo, la llamada a salir de su casa le llegó cuando se disponía a echarse la siesta. "¿Qué hago me quedo o me marcho?", se preguntó. "Es el trabajo de toda una vida. Oí crujir las llamas y regué con una manguera. Luego he refrescado la casa, He pensado, si llega el fuego que no afecte mucho a la vivienda, pero lo han parado antes", subrayó.