Esa realidad no puede describirse con palabras. Esa realidad solo se capta con los ojos. No se puede entender desde la distancia. Lo dicen Federico Rettori y Florencia Visconti, miembros de la ONG calvianera Por un Buen Camino que han llegado a una de las ´zonas cero´ de la catástrofe de Japón, la ciudad de Kesennuma, en la prefectura de Miyagi, para colaborar en acciones humanitarias.

Su primera impresión fue dura. "Casas dadas la vuelta, automóviles hechos amasijos por todas partes, barcos en el medio de la ciudad, hogares reducidos a escombros... Son algunas de las imágenes que conmueven en este paraje que ha sido desolado por la fuerza de la naturaleza. Es muy difícil describir con palabras lo que sentimos y percibimos aquí. El dimensionar la magnitud de esta catástrofe se hace casi imposible en la distancia", explican ambos jóvenes, en el primer correo electrónico remitido a sus compañeros mallorquines de Por un Buen Camino.

Tras un largo viaje, esta semana lograron llegar a Kesennuma, ubicada al norte de Sendai. Ante sus ojos se presentó un "lugar que se encuentra al borde del colapso", según informan. En su equipaje, ganas de ayudar en las tareas de reconstrucción, más de 300 mantas para el pueblo japonés y algo de dinero.

Como todos los hoteles de la zona se encuentran cerrados, Rettori y Visconti comparten alojamiento en una de las escuelas que han habilitado las autoridades para acoger a las miles de personas que se han quedado sin nada tras el terremoto, el tsunami y la posterior amenaza radioactiva.

El ´espíritu samurái´

"Son enormes las aulas que acogen a decenas de personas. Niños, jóvenes y ancianos comparten los alimentos y los servicios sanitarios en un ambiente de armonía, silencio y orden", manifiestan los cooperantes.

Este es, precisamente, uno de los aspectos del día a día en la ciudad que más ha llamado su atención: la capacidad de los japoneses de sobrellevar con entereza el escenario de devastación que les rodea. Un ánimo que los medios de comunicación y los especialistas en psicología han llamado estos días el ´espíritu samurái´.

"Tal vez todo sería irrecuperable a no ser por ese enorme motor de impulso y desarrollo que es la voluntad humana, tan firmemente palpable en la mentalidad japonesa. El ser testigos fieles, después de la catástrofe vivida hace pocos días, de la fuerza y entereza social de este pueblo conmueven hasta el corazón más duro y nos hace entender y valorar la dignidad del trabajo y del esfuerzo destinado al bien común", escriben Rettori y Visconti, vicepresidente y colaboradora de Por un Buen Camino.

En sus primeras horas en la ciudad, ambos cooperantes de Mallorca han constatado que no faltan alimentos –"la comida llega desde diferentes lugares de Japón y del mundo", detallan–, que la gasolina escasea y que los efectivos del Ejército trabajan a destajo.

"Las fuerzas militares están por toda la ciudad en las labores más diversas para la protección de los ciudadanos. Ahora están reconstruyendo calles y puentes en primera instancia, para poder asegurar la comunicación y que los suministros necesarios lleguen a todas partes", relatan.

No falta tampoco la presencia masiva de médicos y enfermeros, venidos de todas las regiones de Japón para colaborar en la atención a las víctimas.