Mónica J.F. había empezado una nueva vida y no quería ningún obstáculo en ella. Llevaba poco tiempo en Menorca, adonde había llegado tras un flechazo a través de Internet. Cuando ya estaba instalada en la isla sus padres le dijeron que no podían hacerse cargo de su hijo César, un niño de nueve años al que había dejado con ellos en su Galicia natal, y se lo enviaron. Entonces ella se agobió. Ni siquiera su novio sabía de la existencia del pequeño, al que presentó como un sobrino que apenas iba a estar diez días en la isla. Pasado este tiempo, lo ahogó en la bañera y metió el cadáver y las pertenencias del menor en una maleta que abandonó en un paraje boscoso. La mujer, que ayer ingresó en prisión tras declarar ante el juez de Maó que instruye el caso, siguió con su nueva vida sin que nadie echara en falta al niño, hasta que la semana pasada, dos años y medio después del crimen, dos hombres hallaron el macabro equipaje.

La confesión de la parricida ha cerrado en un tiempo récord una investigación que, según explicó el Jefe Superior de Policía de Balears, Bartomeu Campaner, se antojaba muy compleja, pues al margen de los restos óseos, los investigadores solo contaban con un estuche, unos cromos y un cómic para desentrañar el misterio. Los agentes del Grupo de Homicidios descubrieron en el estuche un nombre: César J.F.

Un sobrino de visita

La Policía consiguió en solo unas horas identificar plenamente al niño. Para sorpresa de los investigadores, el domicilio del menor figuraba en Noia, un pueblo de La Coruña. Más misterio. ¿Cómo había llegado aquel niño gallego a una maleta abandonada en un bosque menorquín?

Mónica J.F., la madre, vivió en Galicia hasta que a finales de 2007 conoció a un hombre por Internet. Iniciaron una relación y ella decidió apostar fuerte. En marzo de 2008 dejó a su hijo, con 9 años recién cumplidos, a cargo del padre y se marchó a Menorca. La madre regresó unas semanas después a Galicia y convenció a sus padres para que se encargasen del pequeño.

Así lo hicieron hasta el verano, cuando los abuelos se vieron desbordados y persuadieron a su hija para que el niño se instalara con ella. El 1 de julio de 2008, César cogió un avión en Santiago de Compostela y viajó hasta Menorca para vivir de nuevo con su madre.

La llegada del pequeño supuso un contratiempo para Mónica J.F. Había ocultado a todos que era madre y temía la reacción de su pareja si se enteraba de que tenía un hijo. La mujer presentó al pequeño como su sobrino y explicó que había ido a Menorca de vacaciones. Solo iba a estar con ella diez días antes de volver a Galicia.

Y así fue. El pequeño desapareció para siempre hacia el 10 de julio de 2008. Su madre, según confesó ella misma durante un segundo interrogatorio ante los agentes, lo ahogó en la bañera de su casa. Metió el cadáver en la maleta con la que había llegado el niño, junto a sus ropas, un juego de cartas de rol, un reloj y un estuche con material escolar, y la abandonó en un recóndito paraje de la urbanización Binidalí.

Mónica J.F. siguió con su nueva vida. Nadie echó de menos a César. Sus abuelos, con los que la mujer apenas tenía contacto, le creían en Menorca. La madre llegó incluso a publicar en una red social que el menor había hecho la primera comunión en noviembre de 2008, cuando el niño llevaba ya cuatro meses muerto.

En Maó no resultó extraña la ausencia de César, un ´sobrino´ que solo había ido a pasar unos días con su ´tía´. Los investigadores han descartado que el compañero sentimental de la mujer estuviera al corriente de lo ocurrido.

Tampoco la Administración echó en falta al niño, del que nunca se denunció su desaparición. El menor acabó el curso escolar 2007/2008 en La Coruña y su expediente quedó en el limbo burocrático. Ninguna institución detectó que el menor llevaba tres años sin ir a ningún colegio.

En su confesión ante los policías encargados del caso, Mónica J.F., que tiene ahora 30 años, alegó que se sintió "agobiada y estresada" por tener que hacerse cargo de su propio hijo. La mujer, que trabajó durante un tiempo como vigilante de seguridad del aeropuerto de Maó y actualmente estaba en paro, no tiene ningún antecedente psiquiátrico.

La mujer prestó declaración ayer ante el juzgado de instrucción número 2 de Maó, que instruye el caso y decretó, tras varias horas de interrogatorio, su ingreso en prisión provisional sin fianza por un delito de homicidio doloso. Estaba previsto que Mónica J.F. fuera trasladada en las próximas horas a la prisión de Palma. Aquí empezara una nueva vida, Esta vez, entre rejas.