Según la sentencia hecha pública hoy, los hechos ocurrieron entre las 23 horas del 31 de mayo y la una de la madrugada del 1 de junio de 2005, cuando R.J.M. estaba en su domicilio en compañía de su novia y se produjo una fuerte discusión en el curso de la cual el procesado golpeó a la chica en la cabeza y cuello y le causó la muerte.

La tarde siguiente, el acusado fue a un supermercado cercano y compró bayetas, bolsas de basura, guantes de látex y film de cocina, y con un cuchillo jamonero, un serrucho de mango de madera y una hoja de sierra de color amarillo procedió a desmembrar el cadáver de la joven, según los hechos probados.

A continuación, envolvió los brazos y las manos con plástico y los puso en una bolsa de basura, igual que la cabeza, y las depositó en un contenedor próximo, tras lo que selló la habitación donde estaba el cadáver mutilado para evitar que el olor delatara la existencia de los restos del cuerpo, con el que convivió dos meses.

La familia denunció la desaparición de la joven y la investigación policial llevó a registrar el domicilio del acusado, momento en que éste reconoció que tenía hachís y cocaína y que se encontraban allí los restos de cuerpo de su pareja, que había descuartizado.

En el registro, la Policía encontró los restos de la víctima, las herramientas utilizadas para descuartizarla, y cocaína y hachís "en cantidad suficiente para estimar que estaba preordenada al tráfico".

El acusado, que en su primera declaración judicial dijo que la chica murió de forma repentina mientras mantenían relaciones sexuales, hizo otras tres declaraciones exculpatorias contradictorias.

En el juicio por estos hechos, celebrado el 27 de noviembre y el 4 de diciembre pasados, afirmó que la mujer "se desmayó y dejó de respirar", y que se deshizo del cuerpo porque no quería que la Policía descubriera que tenía 65 kilogramos de hachís en su casa.

Las pruebas testificales corroboran que la noche del fallecimiento hubo una bronca entre la pareja, que ella intentó salir desnuda al rellano pero él la entró a la vivienda, que el acusado protagonizó episodios violentos con una ex novia, y que en la pared de la casa existían manchas de sangre compatibles con una discusión.

La sentencia destaca el carácter del acusado, de "un gran control de sí mismo incuestionable", ya que "reconoció que descuartizó el cadáver, explicando detalladamente cómo lo hizo, por su orden, cómo se deshacía de él, que convivió dos meses con el cadáver mutilado y que hacía una vida normal", como han atestiguado sus compradores de droga.

Además de la condena de doce años y medio de prisión por un delito de homicidio con la atenuante de drogadicción, la Audiencia condena también al acusado a abonar 180.303 euros a los padres de la joven, y a seis años de prisión por un delito contra la salud pública con la atenuante de confesión y multa de 1.800 euros.

El fiscal había pedido catorce años de prisión por homicidio, la acusación particular quince, y la defensa del acusado la libre absolución.