Medio millón de euros. Es la cantidad que finalmente reclamará la familia de Dolores Santiago, la mujer asesinada en Palma en 1977 cuya muerte se esclareció hace un año, al hombre que según la Policía es sospechoso del crimen. La demanda civil -el homicidio prescribió por la vía penal en 1997- solicitará una indemnización de medio millón de euros por los daños morales causados a los allegados de la víctima. Sin embargo, la familia de Dolores Santiago podría no presentar la demanda si el hombre "da la cara y asume su responsabilidad". José Ríos, sobrino de la mujer asesinada, asegura: "No queremos arruinarle ni causar daño a su familia. Sólo pretendemos que reconozca lo que hizo".

Tras superar diversas trabas burocráticas y poco antes de que se cumpla el plazo máximo que contempla la ley -un año desde el esclarecimiento del homicidio- la familia de Dolores Santiago tiene previsto presentar la demanda civil en los próximos días. Así, solicitarán que el hombre que fue citado a declarar en diciembre del año pasado como imputado no detenido por la muerte de la mujer les indemnice con 500.000 euros en concepto de daños morales. "Hemos vivido 30 años sin saber qué había pasado con mi tía", argumenta Ríos.

Los demandantes aseguran que en el fondo del proceso no hay una intencionalidad económica: "No queremos arruinarle ni hacer daño a su familia, pero sí creemos que debe reconocer su responsabilidad en lo sucedido", explican. De hecho, afirman que la demanda no se presentará en los juzgados si el hombre admite conversar con ellos y les explica lo qué ocurrió. "Hemos intentado contactar con él, pero de momento no ha aceptado. Queremos que nos diga cómo ha podido vivir todo este tiempo con la conciencia tranquila. Nosotros sabemos que el asesino de Dolores Santiago sigue en la calle, y eso es muy duro".

Crimen pasional

La Policía resolvió el asesinato de la mujer treinta años después de haberse cometido. La víctima desapareció en 1977 sin dejar rastro. Había llegado a Palma cuatro años antes y trabajaba en el hotel Augusta, en la Bonanova, donde inició una relación con un compañero de trabajo que estaba casado. La mujer rompió con él pocos días antes de su muerte, al advertir que su amante no estaba dispuesto a abandonar a su esposa, y desapareció. La familia aseguró en aquel entonces que era imposible que Dolores Santiago se hubiera marchado de manera voluntaria. Sin embargo, la denuncia por la desaparición de la mujer quedó olvidada en los archivos policiales durante tres décadas.

En junio de 2005, unos obreros hallaron un esqueleto humano en un sótano del establecimiento donde había trabajado la mujer, que cerró sus puertas en los años 80. La familia de la desaparecida leyó la noticia del hallazgo y contactó con la Policía para explicar sus sospechas de que el cadáver podía ser el de Dolores Santiago. Las pruebas de ADN confirmaron su identidad y el examen forense despejó cualquier duda: la mujer había sido asesinada.

La Policía reabrió el caso. Compañeros de trabajo de la víctima y familiares prestaron declaración sobre los hechos y, a pesar de que el tiempo había borrado muchos recuerdos, la Policía logró identificar a un sospechoso. Este hombre, que trabajaba en el hotel donde fue hallado el cadáver, mantuvo una relación sentimental con Dolores Santiago hasta que la mujer le anunció su intención de volver a Granada, ya que él no quería dejar a su mujer. El hombre declaró ante la Policía de manera voluntaria y negó cualquier relación con la víctima.

Sin embargo, la Policía le considera autor del homicidio de la mujer. Aunque su responsabilidad penal por estos hechos terminó en 1997, la familia de Dolores Santiago ha optado por la vía civil para reclamarle una fuerte indemnización como autor del crimen.