La esposa de José R.A. declinó ayer por la noche hablar sobre la acusación que pesa sobre su pareja: "Ni mi marido ni yo queremos hablar de este tema", aseguró la mujer. Durante todo el día sus vecinos se debatían ayer entre la sorpresa mayúscula y la incredulidad más absoluta en la calle donde reside el hombre. "No puede ser. No puede ser. Yo no me lo creo", repetía una y otra vez la inquilina de una finca cercana. "Es un buen hombre, siempre dispuesto a ayudar en lo que pueda. A mi el año pasado me llevó dos veces al hospital porque no tenía nadie con quien ir.", aseguraba. En peluquerías, bares y comercios, el nombre de José R.A. se repetía sin descanso.

Nadie en el barrio de Camp Redó podía sospechar que su vecino, un jubilado de 71 años, pudiera ser el responsable de un crimen. La noticia de que la Policía había resuelto un asesinato 30 años después y que el autor del mismo no podía ser juzgado por ello había sido muy comentada. Pero a nadie se le pasó por la cabeza en ningún momento que el vecino de enfrente pudiera tener algo que ver en este asunto.

José R.A. es un hombre de costumbres arraigadas, según el testimonio de varios de sus conocidos. "No se le ve mucho por la calle, pero sale a dar sus paseos. Los fines de semana se va con su mujer a casa de un familiar a Maria de la Salut", explicaba una vecina. En ninguno de los bares cercanos a su domicilio le reconocieron como cliente habitual, si bien varias personas aseguraron que era frecuente que saliera a pasear por la zona.

El sospechoso del crimen de Dolores Santiago Palenzuela continúa con el quehacer habitual de un hombre jubilado, aún después de recibir una llamada de la Policía que le convertía en el principal sospechoso de un asesinato.

La agenda de José R.A. tenía marcado el día de ayer. El médico le había recomendado que pasara por el quirófano para paliar sus problemas oculares. Así, durante la mañana de ayer, el hombre fue sometido a una intervención quirúrgica en el hospital Verge de la Salut, ubicado en el barrio del Rafal Nou y dependiente de Son Dureta. La operación transcurrió sin incidentes y, tras pasar sólo unas horas en la habitación 202 del citado centro médico, fue dado de alta. Al filo del mediodía, José R.A. abandonó el hospital acompañado por unos familiares.

La finca donde viven el supuesto asesino y su mujer, en la barriada palmesana de Camp Redó, no registró apenas movimiento durante la mañana de ayer. Sólo algunos vecinos de ese mismo edificio entraban y salían, al tiempo que recibían incrédulos la noticia de que el vecino del primero era, al parecer, asesino de una mujer.