Equipos de protección

Mascarillas sin pandemia: el dilema entre almacenar y que caduquen

A diferencia de 2020, España hoy sí tiene reservas estratégicas de material sanitario de primera necesidad, pero es perecedero y debe renovarse continuamente

Los fabricantes de 'epis' reclaman un plan al Gobierno para poder reaccionar si hubiera una nueva emergencia

Un lote de mascarillas, guardadas en un almacén del Instituto Balear de Salud.

Un lote de mascarillas, guardadas en un almacén del Instituto Balear de Salud. / CAIB / DM

Juan Fernández

Una de las expresiones más alarmantes de la pandemia de Covid, sobre todo en su primera fase, fue la de la carencia tan absoluta de materiales de protección que afloró tras la irrupción del coronavirus en nuestras vidas. Al pánico de no saber cómo se transmitía el patógeno, se unió la imposibilidad de aislarnos de él porque no había mascarillas ni guantes de látex para la población. Tampoco había para los médicos y enfermeros, que en muchos hospitales tuvieron que improvisar equipos de protección individual (los famosos ‘epis’) con bolsas de basura, gafas de buzo y máscaras de pintor.

La pandemia pilló al país sin reservas de material sanitario de primera necesidad, y lo que es peor: con el mercado internacional colapsado. A la carrera, numerosas fábricas de textil de todo el país transformaron su producción para empezar a elaborar mascarillas, no siempre de la mejor calidad, y avispados comisionistas de variado pelaje aprovecharon la ocasión para obtener pingues beneficios mediante la importación de 'epis' de China, como hemos sabido por los casos de corrupción que han aflorado en los últimos tiempos.

Reservas estratégicas

Que aquel colapso no podía volver a repetirse es algo que el Gobierno asumió desde el primer momento, y en seguida se empezó a hablar de la necesidad de contar, de cara al futuro y con carácter permanente, con reservas estratégicas de bienes de primera necesidad.

A través del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA), el ministerio de Sanidad, en colaboración con el de Defensa, dispone desde entonces de varias naves, situadas en Leganés (Madrid), Guadalajara y Barcelona, donde conserva un depósito de mascarillas quirúrgicas, FFP2, FFP3, gafas, gel hidroalcohólico, fundas, guantes, respiradores, test de anticuerpos y test de antígenos que nunca baja de los 20.000 metros cúbicos

Para mantener este stock renovado y en óptimas condiciones de uso de cara a una nueva emergencia sanitaria, el Gobierno ordenó el año pasado la creación de una Reserva Estratégica Nacional, a través del Real Decreto 118/2023 del 21 de febrero, y delegó su gestión en INGESA. Esta entidad, en colaboración con el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), la Agencia Española del Medicamento y el Centro Nacional de Medios de Protección, ha elaborado un listado de fármacos y artículos de primera necesidad, con una estimación de consumo de hasta 30 días en diferentes escenarios, para tenerlos disponibles si fuera necesario. 

Hoy, una nueva pandemia no nos pillaría sin reservas estratégicas como ocurrió hace cuatro años. Sin embargo, esta fórmula tiene un problema: “Si elegimos almacenar para no depender del mercado, debemos tener en cuenta que esos productos son perecederos, y hemos de asumir que de vez en cuando saltará la noticia de: ‘el ministerio se deshace de un stock de mascarillas caducadas’. Pero no es por negligencia, sino porque es el modelo que hemos elegido, y es imposible dar salida a todas esas reservas fuera de un escenario pandémico”, advierte Javier Padilla, secretario de Estado de Salud.

Factorías de 'epis'

Todas las fábricas de textil y otros materiales que en plena pandemia optaron por dejar de fabricar hules o batas para elaborar mascarillas y atender aquel pico de demanda, volvieron ya a su producción habitual. Hoy, en España, sigue habiendo las mismas 114 factorías de 'epis' que había antes del covid, que no solo fabrican mascarillas: también surten de material de protección a laboratorios, bomberos, servicios de emergencias y otros sectores profesionales. 

En la pandemia destinaron sus máquinas a fabricar a destajo los artículos sanitarios que eran más necesarios en ese momento –sobre todo mascarillas-, pero el músculo industrial nacional no podría atender, por sí solo, la demanda de una hipotética nueva emergencia sanitaria de características similares. “No tenemos tanta capacidad productiva. Nuestros sistemas logísticos y de proveedores está hoy mejor que hace cuatro años, pero las materias primas siguen proviniendo de Asia, y eso no ha cambiado, ni cambiará”, advierte Verónica Hernández, secretaria general de la Asociación de Empresas de Equipos de Protección Personal (ASEPAL).

El sector de la fabricación de epis es consciente de sus limitaciones, pero en un hipotético escenario pandémico cree que podría aportar más de lo que aportó en la pasada pandemia de covid. “Más que comprar mascarillas o tener máquinas sin usar mientras no se produzca la emergencia, podríamos tener esa maquinaria localizada en el exterior para adquirirla si fuera necesario. Pero para eso necesitamos un plan de ayudas del Gobierno, porque esto afecta a la seguridad nacional, no solo a la industria, Y ese plan no se ha diseñado aún. Es una tarea que ha quedado pendiente de la pandemia”, avisa la portavoz de la patronal.