Navidad

Las consecuencias de los excesos bajo el árbol

Expertos advierten sobre cómo afecta a los más pequeños recibir un número excesivo de regalos: provoca desinterés e insatisfacción

Una niña observa el escaparate de una juguetería junto a su padre.

Una niña observa el escaparate de una juguetería junto a su padre. / JAVIER BELVER

Montse González

Se avecina la segunda noche más mágica de las fiestas, la Noche de Reyes, esa en la que muchos niños depositan sus mayores deseos e ilusiones, sobre todo si Papá Noel no llegó a cumplir alguna de sus peticiones. Llega una nueva oportunidad de ver cumplidos sus anhelos, pero también una nueva oportunidad de volver a recibir un aluvión de regalos.

Lejos de colmar sus necesidades, cabe destacar que este aspecto también puede tener consecuencias negativas en la salud mental de los más pequeños. “Entendemos por síndrome del niño hiperregalado al conjunto de efectos psicológicos negativos que observamos en menores, debidos al exceso de regalos, sobre todo, en fechas concretas como la Navidad”, explica Ainoa Míguez, pedagoga especializada en Psicología Educativa. “Se trata de una sobreestimulación propia de este tipo de fechas, ya que reciben regalos en nuestra casa, cuando visitan a la familia, a los amigos..., en un periodo muy corto de tiempo que los niños no son capaces de procesar”, advierte.

De este modo, ante la avalancha de regalos, “es bastante común que pierdan rápido el interés por éstos (porque saben que pronto habrá otro nuevo), que no sean capaces de mantener la atención y que no aprecien lo que tienen ni se diviertan. Esto se traduce en la incapacidad para mostrar gratitud o ser felices con lo que tienen, además de desarrollar una baja tolerancia a la frustración cuando no reciben lo que quieren”, subraya. “Estas conductas normalizadas son más comunes de lo que pensamos, pues como adultos que vivimos en una sociedad consumista es muy fácil transmitirles este tipo de dinámicas inconscientemente”.

“Los síntomas de lo que se ha llamado el síndrome del niño hiperregalado no dejan de ser el resultado natural y lógico, con la mediación del temperamento de cada niño, de un contexto con adultos hiperregaladores, que son los que realmente tienen la capacidad y responsabilidad para fomentar o reducir la situación”, sostiene el psicólogo Martín Pardo. “Son actitudes y conductas estadísticamente normales ante un contexto muy poco normal para ellos”, prosigue. “Se dice que aprecian menos cada uno de los regalos, pero al enfrentarse a tal alta oferta, por simple percepción y ley de mercado, el valor de cada uno se reduce. Se comportan de forma caprichosa porque asumen que lo mínimo es encontrarse una fila de paquetes gratuitos de los que ir pasando al siguiente, olvidando ya el anterior, y sin tiempo de procesar lo visto. Presentan insatisfacción permanente porque el mensaje implícito que reciben es que pueden tenerlo todo, y pudiendo tenerlo todo a uno siempre le faltará algo. Y tendrán menos imaginación y concentración porque muchos de los juegos agradecen el tiempo y la paciencia, y en ese contexto lo natural es no tenerlos”, analiza.

“Si su Navidad gira alrededor de todo esto, lo racional es que acaben siendo menos conscientes de su suerte, que desarrollen una baja tolerancia a la frustración y que se aburran y enfaden en cuanto no tienen lo que quieren. Los niños aprenden más por experimentación que por instrucción, y lo que experimentan en esos momentos es que el valor de cada regalo es mínimo, que si falta algo tienen derecho a exigirlo y que la variable fundamental de estos días es la de cantidad”, añade.

“Hay niños que reciben una gran cantidad de regalos, a veces más de lo que realmente necesitan o pueden apreciar. Esta sobreabundancia de regalos puede llevar a una sobreestimulación, donde los niños se ven abrumados y tienen dificultades para disfrutar plenamente de cada regalo. Además, pueden perder la valoración y el aprecio por cada uno de ellos, ya que se vuelven parte de una acumulación material”, afirma la psicóloga Paula Rodríguez.

“Esta sobreabundancia de regalos puede generar también expectativas poco realistas en los niños”, expone: “Esperan recibir la misma cantidad o calidad de regalos en cada ocasión especial, lo cual puede llevar a sentimientos de frustración e insatisfacción cuando estas expectativas no se cumplen. También puede fomentar actitudes materialistas, donde los niños valoran más las posesiones materiales que las experiencias o valores intangibles”.

“Recibir regalos en exceso perjudica a los niños”, insiste Míguez. “Tener todo lo que desean, incluso más, conlleva a que no valoren las cosas ni el esfuerzo que supone conseguirlas, a pesar de nuestras buenas intenciones. Tenerlo todo les hace menos tolerantes a la frustración al pensar que pueden obtener todo lo que deseen y esto puede traducirse en una sensación de insatisfacción continua, sin contentarse con nada. Al mismo tiempo, contribuimos a la poca creatividad de los pequeños, no siendo capaces de dejar volar su imaginación al jugar con todos esos regalos. Con este tipo de tendencias, podemos fomentar conductas egoístas y de capricho, acostumbrándolos a lograr todo lo que quieren, en cualquier momento y sin el menor esfuerzo”. De este modo, “no tendrán en cuenta el valor emocional que se esconde tras un regalo, llevando esto a que el valor de una persona está en los bienes materiales que posea”.

“Si abren paquetes y paquetes, desecharán cualquier juego en cuanto éste exija demasiado o supere el umbral de la simple novedad, pasando al siguiente, sin llegar a poder valorarlos por simple saturación”, dice Martín Pardo, que añade que “por omisión, se traicionan dos habilidades que son importantes de desarrollar: la de la toma decisiones y la capacidad de renunciar”: “Es esperable que ante el bombardeo publicitario y la oferta quieran pedir más de lo que a la larga podrían disfrutar. El hecho de tener que decidir, sabiendo que algunas de las cosas que quieren tienen que postergarse o incluso renunciar a ellas, es un aprendizaje positivo”.

“Algo que ha sido pensado, que ha acabado ganando una posición elevada en esa jerarquía, pasa de ser algo gratuito a algo que adquiere valor en sí mismo por el propio proceso de elección, porque se ha tenido que renunciar a algo para tenerlo”, destaca. “Los niños aprenden en esa experimentación, y es bueno acompañarlos en ese tipo de caminos: si se quiere educar en que valoren las cosas o en que no pueden tener todo aquello que desean, este tipo de procesos son importantes y fijarán mucho más su realidad y su capacidad de regulación emocional”.

“Teniendo en cuenta que el principal problema está en que reciben muchos regalos en un periodo muy corto de tiempo, lo que podemos hacer es dosificar y rotar”, aconseja Míguez. “Una vez se abran todos los regalos, observaremos qué juguetes captan más su atención, podemos preguntarles qué les ha gustado más, dejarles dos o tres y el resto guardarlos para cuando veamos que pierden el interés, rotándolos a lo largo del año según sus necesidades y preferencias”.

También aconseja “aprovechar estas fechas para hacer revisión de todo lo que tienen, retirar esos juguetes que ya no se adaptan a su edad o están deteriorados, regalando, reciclando, donando o tirando lo que no esté en buen estado y no se pueda reparar. Esta es otra labor que se puede hacer en familia y que también tiene muchos beneficios para los pequeños”.

Y en esa recomendación que hace Paula Rodríguez de que la carta a los Reyes debe tener tres regalos, “uno que acerque al niño a la cultura, otro que cubra una necesidad y otro que cumpla un deseo del niño”, subraya la importancia de “ese regalo que realmente quiere el niño”. “Porque de esta manera validamos sus elecciones y, con ello, su identidad. Los pequeños actos son los que refuerzan la autoestima de una persona. Si un niño nunca consigue absolutamente nada de lo que pide, puede llegar a pensar que sus elecciones no son buenas, que a nadie le interesa o que su forma de ser es incorrecta”.

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La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), a través de su web de divulgación Familia y Salud ha actualizado sus recomendaciones para disfrutar con los niños, niñas y adolescentes en estas fechas. Entre las propuestas, destacan decorar la casa juntos, cocinar en familia, leer o jugar, ya que son actividades que fomentan la unión familiar y mejoran el desarrollo infantil.

Los pediatras de Atención Primaria consideran que también es un buen momento para alejarse de las pantallas y centrarse en juegos creativos que ayudan al desarrollo de los niños y niñas. El abuso de pantallas en épocas de vacaciones, en las que, además, se cometen más excesos con la alimentación, favorecen el desarrollo del sobrepeso y otros problemas nutricionales. Por tanto, en su decálogo de recomendaciones, la AEPap incluye jugar en familia a juegos tradicionales o de mesa.

Asimismo, se incluye una guía para elegir los regalos más adecuados a cada edad. Entre los consejos, destacan aspectos a tener en cuenta, como la seguridad y el fomento de la igualdad de género. “Tener juguetes es necesario, pero lo más importante es inculcarles las oportunidades que ofrecen de crear e imaginar”, afirman desde Familia y Salud.

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