Adquirir participaciones de la Lotería de Navidad constituye una tradición arraigada que va más allá del deseo de experimentar un golpe de fortuna y lidiar con Hacienda; también posee un marcado carácter social. Los boletos son adquiridos y compartidos entre familiares, amigos, colegas de trabajo y otros círculos sociales. En ocasiones, este acto sirve como gesto de atención o afecto, mientras que en otras situaciones se realiza por cortesía o cumplimiento social, evitando el temor de quedarse sin premio si resultara agraciado en manos de otros.

En el sorteo de hace dos años, se compraron más de 150 millones de décimos para el Sorteo Extraordinario de Navidad de Loterías y Apuestas del Estado, según datos de Statista. Dada la habitualidad de compartir estos décimos, es crucial hacerlo con las precauciones necesarias para prevenir posibles problemas si algún número resulta premiado y se involucra dinero en la transacción.