Halloween en Mallorca: La casa del terror de Palmanyola

La decoración del jardín de una vivienda provoca sobresaltos y admiración por igual, además de colas para verla

Se puede visitar hasta el sábado a partir de las 18 horas

Numerosos niños disfrazados hacen truco o trato en Palma y los pueblos

Raquel Galán

Raquel Galán

Muchas casas dieron miedo anoche, sobre todo las habitadas por niños, jóvenes y frikis a los que apasiona Halloween. Cuchillos ensangrentados, calaveras en el rincón más inesperado, cortinas de telarañas por cualquier parte y gran variedad de máscaras, a cual más espeluznante, llenaron salas y dormitorios, aunque si hay que escoger una vivienda terrorífica en Mallorca es la de Bitel Chus, nada de Beetlejuice.

Así la llaman los niños de Palmanyola y saben bien dónde está porque la pareja de «frikis», según ellos mismos, formada por Cristina Cendrós y Paco Coll se supera de año en año y para algunos ya es una tradición ir a visitar su tenebroso jardín. Los sobresaltos y la admiración ante los cuidados detalles se alternan a medida que uno se adentra en el número 48B de la avenida de Sóller.

Si la meteorología no da un susto, Bitel Chus se puede visitar hasta el sábado, aunque a veces hay largas colas porque el boca oreja ha llegado a los oídos menos temerosos y acuden familias de toda la isla, como Sophie y Delilah, de 11 y 12 años, a quienes trajeron desde Costa de la Calma y fueron las primeras en llegar. Disfrazadas, por supuesto.

Sophie y Delilah en el cementerio de Bitel Chus

Sophie y Delilah en el cementerio de Bitel Chus / Guillem Bosch

Varias zonas

El jardín está dividido en varias zonas: la iglesia, el cementerio, la sala de Drácula, la de tortura, la cueva de la bruja, la estancia de los abuelos y el psiquiátrico; y en todas ellas hay personajes que te hacen gritar en el momento más inesperado, como el pianista, el ahorcado o los esqueletos, que no se están quietos –hay más de una decena–. Paco y Cristina llevan trabajando cada tarde durante el último mes y medio para lograr esta sorprendente escenografía.

«Halloween nos encanta y en 2016 pusimos en el jardín un par de muñecos de este tipo para una cena con amigos. Al siguiente año añadimos unas tumbas y cada vez ha ido a más», cuentan quienes realizan artesanalmente buena parte de la decoración. Compran piezas en rastros para completar el atrezo, pero es esencial su maña con el bricolaje, la mecánica –que hace que se muevan las figuras–, la iluminación y el sonido, y para los personajes más elaborados han recurrido a adquisiciones en el extranjero.

Durante todos estos días abren las puertas de su casa del terror a las 18 horas y piden un donativo por el esfuerzo y los recursos que han invertido para el disfrute de pequeños y mayores. En cuanto cayó la noche, la afluencia fue a más, sobre todo de niños con sus familias, entre ellos Myriam y su madre, que se pegó «un susto en la iglesia»; y adolescentes en grupos deseosos de pasar miedo.

Truco o trato en las calles

Pòrtol también celebró la víspera de Tots Sants con entusiasmo y tradiciones importadas, aunque en este caso organizado por la AFA (Asociación de Familias de Alumnos) del colegio público Costa i Llobera. Alrededor de un centenar de niños disfrazados se reunieron en el patio después de recorrer las calles del pueblo con una cesta, una bolsa o una minicalabaza de plástico para pedir chucherías con la ya famosa frase «truco o trato».

En otros pueblos y barrios de Palma las escenas eran similares, pero a más de uno le disgusta la nueva costumbre de recibir llamadas al timbre de casa en busca de dulces y alguno optó por colgar un cartel en el que se podía leer: «No hay chuches». No es el caso de Bitel Chus, donde la anfitriona repartió golosinas por doquier a sus visitantes.