A escasos kilómetros del lugar que en poco más de 24 horas se convertirá en el Big Bang de las noticias del corazón, la boda de Mery Perelló y Rafa Nadal, alguien como María Paula d'Amigo pregunta "por cierto, ¿dónde es la boda?". El runrún mediático llega en desigual manera, incluso a dos pasos del lugar de los futuros acontecimientos. La camarera del bar Manolo remata con un guiño: "¡Cómo no me han invitado...!".

María Paula d'Amigo camarera en el Port de Pollença.

Sa Fortalesa, la muy exclusiva finca por la que se llega a pagar más de 30.000 euros al día por usarla como escenario de un día inolvidable, sí la conoce bien Antonia Nadal. Esta nonagenaria es de Pollença pero al casarse se trasladó al Puerto. "Mi marido trabajaba en la base, y conocimos muy bien sa Fortalesa, un lugar maravilloso donde íbamos a nadar cuando estaba abierto al público", cuenta Antònia. "¡Qué recuerdos!".

Antonia Nadal, vecina del port de Pollença.

Ha terminado la compra, en el Moll hay mercado hoy. Antònia luce unos espléndidos 90 años. Hace dos que perdió al marido, tras "sesenta casados". Ella sí está al tanto de la noticia de la boda y, desde luego, del lugar de la celebración. "Me gusta que hayan elegido mi tierra para casarse", añade.

En el Bar Manolo, su propietario, un gallego que llegó al Port de Pollença a hacer la mili, por cierto en sa Fortalesa, y aquí se quedó. Han pasado 56 años desde entonces. "Nadal es un gran deportista, seguro que va a haber ambientillo", barrunta, quien podría escribir la historia de los inicios turísticos en la zona. Atesora su autógrafo de John Wayne, "¡qué gran tipo! Él estaba en el Maxi y un grupo de chavales nos acercamos a verle". Este sábado no se acercará a la boda.

Manolo, propietario del Bar Manolo en el port de Pollença

No muy lejos, en la nueva parada de taxis, que gusta poco al sector, Miquel Riutort y sus compañeros, saben que "este tipo de bodas no suele reportarnos ganancias porque contratan transporte especial; ¡pero algo caerá!".

Miquel Riutort, taxista.

A Oriente del lugar de los hechos, en el feudo del clan Nadal, en Porto Cristo, la discreción les iguala a los protagonistas. Pocos quieren hablar. Sí lo hace Mateu Fuster, propietario de Las Golondrinas, un restaurante de pescado de los de siempre.

Mateu Fuster, propietario de Las Golondrinas en Porto Cristo.

"Rafa Nadal es simpático, elegante. Manacor debe estar agradecido a todo lo que ha hecho por el pueblo y, en mi opinión, no le corresponde. Me parece estupendo que hayan elegido sa Fortalesa para casarse; es su día", comenta. En la plaza, atiende en su boutique GCH Joana Maria Ferragut. También conoce a la familia. Sospecha que Mery se vestirá "con un punto de sofisticación pero minimalista". Comprende que se casen en sa Fortalesa, "por ser quien son, deben preservar su intimidad".

Joana Maria Ferragut, propietaria de GCH en Porto Cristo.