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Cine

Los años mallorquines de Natacha Rambova salen a la luz

Una película desvela la faceta creativa y la huella que dejó la Guerra Civil en una mujer creativa y culta ensombrecida por su matrimonio con Rodolfo Valentino

Cesc Mulet y Georgina Sas posan en el jardín de este diario. guillem bosch

¿Quién era Natacha Rambova? ¿Una artista, una mujer glamourosa y rica que provenía del extranjero, una informadora de los servicios secretos? La historiadora y crítica del arte Georgina Sas ha dirigido un documental que sigue las huellas de esta mujer olvidada por la historia y ensombrecida por su matrimonio con Rodolfo Valentino.

Bailarina de los ballets rusos, diseñadora de decorados y vestuarios para el Hollywood de los años 20, recaló en Mallorca entre 1931 y 1932. Residió en la isla casi cinco años. "Fueron años traumáticos", afirma Sas. Llegó a Mallorca tras la muerte de su exmarido, el primer sex-symbol del cine mundial, y después de una temporada regentando una boutique a la europea en Nueva York. "En lugar de poner rumbo a la Costa Azul, le debieron recomendar venir a la isla, que se estaba poniendo de moda y donde se acababa de construir el Hotel Formentor", comenta Cesc Mulet, realizador del documental, que ha contado con un equipo técnico formado principalmente por mujeres, con Sas al frente.

La que tenía que ser una estancia tranquila acabó convirtiéndose en una experiencia traumática. "Fue testigo de las montañas de cadáveres de las primeras matanzas que hubo en la Guerra Civil, inmediatamente después del desembarco de Bayo en la costa de Manacor", relata la directora. "¿Cómo debió vivir algo tan atroz una mujer de Hollywood de los años 20?", se pregunta la líder del proyecto, auspiciado por Produccions de Ferro. Sas narra que Rambova fue testigo directo de las consecuencias de aquellos fusilamientos. "Acompañó a su marido, un militar aristócrata destinado en la isla con el que se casó. Hizo fotos de los cadáveres. Hay tres publicadas en un libro que escribió sobre ella Michael Morris", detalla. "Aquello la trastocó: dejó de ser la del turbante y el glamour para pasar a ser una mujer terrenal", expone.

Tres domicilios

En la isla, Rambova tuvo tres domicilios distintos: residió en El Terreno, en Génova (allí forjó amistad con Pazzis Sureda) y en Peguera. Se dedicó a la explotación turística de las cuevas de Génova. "Diseñó el interior para visitas y se llevaba un porcentaje de las mismas", explica Sas. "Son leyenda las fiestas que allí organizaba, una historia que forma parte de la mitología popular y a la que no le acabo de dar credibilidad", comenta. En la isla, también se dedicaba a la compra y venta de antigüedades, a la decoración y fue mecenas del proyecto de colonia de artistas de Josep Costa, Picarol, en Cala d'Or.

Mientras estas actividades han podido ser verificadas, la posibilidad de que trabajara como espía se ha quedado en hipótesis. "El historiador Massot i Muntaner no lo ha podido comprobar, pero yo pienso que podía ser informante y colaboradora de Alan Hillgarth", conjetura Sas. "Era una mujer que iba a las fiestas, conocía todo el entorno poderoso, su marido era militar, conducía su propia coche y se movía mucho", señala.

La marcha de Rambova de la isla también está envuelta en una nebulosa. "¿Se fue por su propio pie por el trauma y los acontecimientos de la Guerra Civil? ¿La echaron? Tampoco lo tenemos claro. Protagonizó una escena que de ser cierta podría haber influido: en la Catedral increpó al obispo Miralles públicamente por las matanzas que hubo en la isla en las primeras semanas del Alzamiento. Sin embargo, tampoco hay constancia documental de este episodio", aclara la directora, que estrenará el documental el próximo 4 de julio en Es Baluard, en el marco del Atlàntida Film Fest.

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