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Ancestros de Sudáfrica

Ancestros de Sudáfrica

Dos grupos de yacimientos contienen una cantidad enorme de fósiles correspondientes a los ancestros exclusivos de nuestra especie —es decir, no compartidos por ningún otro linaje de primates. Se trata de Atapuerca, con indicios de enorme valor acerca de la ocupación temprana de Europa por parte de los humanos —en la Sima del Elegante y la Gran Dolina, que contienen fósiles de edad superior al millón de años— y con una sorprendente acumulación de restos de los humanos que estaban a punto de converirse en neandertales —en la Sima de los Huesos.

El otro conjunto de yacimientos con una cantidad ingente de pruebas de nuestro pasado evolutivo es la "Cuna de la Humanidad" (Cradle of Humankind), un grupo de cuevas situadas al norte de Johanesburgo que incluye la de Sterkfontein, de la que procede "Little Foot", uno de los esqueletos más completos de los australopitecinos de que se dispone. Cerca de ella, la cueva de Taung proporcionó un cráneo infantil, el "Niño de Taung" que, nada menos que en 1925, permitió a Raymond Dart nombrar la especie Australopithecus africanos y cambiar la historia de la paleoantropología poniendo de manifiesto que los humanos más antiguos provenían de África y contaban con cráneos muy pequeños. Justo lo contrario de lo que el fraude de Piltdown (Inglaterra) había impuesto como dogma: un ancestro con un gran cráneo y europeo. Que la comunidad científica tardase décadas en dar la razón a Dart es un episodio más de las miserias que hacen de la ciencia una actividad típica de nosotros, los seres humanos, tan manipulables mediante el uso de supercherías que, a fuerza de repetirse, se convierten en verdades admitidas. La historia de las fake news viene de lejos.

Una de las razones que hizo difícil la aceptación e incluso el estudio de nuestros ancestros sudafricanos es la naturaleza de las cuevas dolomíticas en las que aparecen los fósiles y que, por dar un ejemplo cercano, se parecen mucho a las que abundan en Mallorca: cavernas formadas por la intrusión de las corrientes de agua en terrenos calizos que, al derrumbarse, convierten en muy difícil la recostrucción de los terrenos originales. Pero Robyn Pickering, investigadora del departamento de Ciencias Geológicas de la universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), y sus colaboradores han publicado en la revista Nature un trabajo de investigación que, mediante el análisis de las intrusiones de un isótopo radioactivo del uranio que termina convertiéndose en plomo embebidas en las intrusiones de carbonato cálcico de las cuevas derruidas de la Cuna de la Humanidad ha permitido establecer las secuencias temporales de sedimentación. Se dota así de edades fiables a los fósiles de la zona. La historia de nuestros ancestros sudafricanos de los géneros Australopithecus, Paranthropus y Homo que va desde los 3,2 a los 1,3 millones de años va a poder conocerse, gracias al trabajo de Pickering y colaboradores, mucho mejor.

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