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Salud

Dolor

EE UU está sumergido en la crisis de los opiáceos, lo que refleja su intolerancia al sufrimiento

Dolor

En las historias clínicas hay una hoja formidable que recoge la evolución de la tensión arterial, la temperatura, el pulso, balance hídrico y la medicación. Los profesionales preocupados con el dolor proponen que se recoja su percepción en una escala. Pues manejar y controlar el dolor debe de ser uno de los objetivos de la buena atención médica.

El dolor es un proceso fisiológico muy personal, sólo tú sientes el tuyo. Y difícil transmitir con precisión a los demás. Decía Virginia Woolf: "La joven colegiala, cuando se enamora, tiene a Shakespeare o a Keats para traducir su mente; pero veamos a un sufriente intentar describir a un médico un dolor en su cabeza: la lengua de inmediato se agota".

Distribuidos por el organismo tenemos unos sensores de dolor, los llamados nociceptores, que se activan cuando el tejido sufre. Entonces envían la señal al cerebro y éste actúa en consecuencia. Cómo lo hace, depende de cómo ese individuo percibe el dolor. Y en ello influyen muchas cosas además de la intensidad y tipo: el estado de ánimo, la atención que se le presta o la anticipación, las creencias y actitudes, etcétera. Se ha visto que los católicos practicantes soportaban mejor el dolor cuando se les presentaba una Virgen dolorosa y no una imagen sin valor religioso. Y esto se manifestaba en cómo se activaban las regiones del dolor examinadas por resonancia magnética funcional.

No todos los órganos y tejidos tienen receptores específicos de dolor. Los músculos carecen de ellos. Es lógico: no podrían deformarse. Pero sí tienen unas terminaciones nerviosas libres que se excitan cuando en el músculo hay substancias irritantes, generalmente consecuencia del daño de las células musculares. Por eso cuando al hacer ejercicio forzamos mucho la contracción excéntrica, por ejemplo al bajar un monte el cuádriceps se contrae de esa forma, se producen microrroturas que excitan esas terminaciones y sentimos dolor al día siguiente. Los músculos carecen de nociceptores, pero los tendones y ligamentos sí los tienen. Son muy importantes para su integridad porque se activan cuando sobrepasamos un cierto estiramiento, en ese aviso reside su supervivencia.

El dolor de atribución muscular es de los más frecuentes. Los expertos recorren la espalda, el cuello, los hombros de la persona dolorida en búsqueda de contracciones. Explican el dolor por el espasmo. La teoría, demostradamente falsa, es que esa contractura produce una anoxia que irrita el músculo y, como defensa, se contrae, estableciendo así un círculo vicioso. Es falsa en primer lugar porque en la mayoría de esas contracturas no hay actividad eléctrica: no hay contracción muscular. Son cambios de densidad del tejido. En segundo lugar porque dentro del mismo músculo, en proporciones diferentes, hay fibras que se contraen sin oxígeno, producen ácido láctico que se difunde a la sangre: no irritan localmente. Y las que se contraen con oxígeno, si no lo hay, no se contraen. En resumen, que la teoría de la contractura dolor es poco creíble, pero muy creída. Es precisamente con la que se justifica uno de los tipos más frecuentes de dolor de cabeza: la cefalea de tensión.

El dolor de cabeza es toda una subespecialidad de la neurología y un dolor de cabeza para los especialistas. Y, sobre todo, un sufrimiento para los que la padecen. Conozco personas que debido a sus frecuentes ataques y a la permanente amenaza tienen importantes limitaciones sociales y laborales. Hay tipos de dolores de cabeza que son más invalidantes que otros, por ejemplo, la migraña. Dependiendo de su intensidad, frecuencia, duración y clínica acompañante, algunas personas viven casi a merced de su enfermedad. Sin embargo, la cefalea de tensión, que es el dolor de cabeza más frecuente, es más llevadera.

Se denomina de tensión porque se cree que se debe a la permanente contracción de los músculos del cráneo y cuello, desencadenada o mantenida por la tensión nerviosa. La teoría de tensión dolor tensión. De ahí que se recomiende, además de analgesia, relajación. Los miorrelajantes son muy utilizados en los dolores musculares basados en esa teoría. Nuevamente falsa porque los que se emplean, diacepóxidos, no actúan sobre la placa neuromuscular. Si relajan es por su efecto ansiolítico.

Entonces, qué produce la cefalea de tensión. No lo sabemos, como tampoco sabemos qué produce el dolor lumbar. Ambas son patologías muy frecuentes para las que no tenemos una explicación fisiopatológica. Una teoría interesante, pero a la que no me adhiero, es la de los puntos gatillo. Son esos nudos que se perciben en los músculos que presionados producen dolor local o referido. La cefaleas de tensión podrían estar provocadas por la excesiva presencia y activación de esos puntos gatillo miofasciales. De hecho, cuando se desactivan con masajes específicos mejora. En EE UU están sumergidos en la crisis de los opiáceos. Refleja una intolerancia al sufrimiento. Esperemos que esa marea no llegue a nuestras costas.

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