Diario de Mallorca

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Destinos inciertos

Una cueva de piratas y discoteca en Cap Falcó

Vistas de Cala Falcó. youtube/dm

Los destinos veraniegos de los años 60 no se alcanzaban con la misma facilidad de hoy. Eran pocos quienes tenían acceso a un Seat 600. No había autopistas y llamar carreteras a algunas rutas suponía la comisión de un pecado de optimismo.

Tener amigos con coche abría muchas oportunidades. Si era un Loryc verde descapotado -llamarlo descapotable sonaría a lujo- de las primeras décadas del siglo XX sorprendía a los demás conductores. El matrimonio de Cas Fusteret de Alaró tenía uno de esos vehículos. Eran parientes lejanos de la familia y gracias a esta circunstancia pasamos una magnífica jornada en Son Serra de Marina. En mis recuerdos ha quedado fijado con más fuerza el lento camino y las chanzas de los conductores que nos adelantaban que la estancia en la costa.

Un segundo viaje en coche permitió descubrir otro destino maravilloso. Mi tío Pep Comas era albañil y durante un tiempo trabajó en un proyecto impulsado por la familia propietaria de la joyería Conrado, ubicada en la encrucijada de las calles Colom y Jaume II. Planeaban convertir una cueva situada en Cap Falcó, entre Cala Vinyes y Cala Figuera de Calvià, en discoteca.

Allí se desplazó parte de la familia porque mi tío se pasaba semanas enteras en el lugar de trabajo. Los ojos infantiles descubrieron un lugar mágico. Una cueva sobre el acantilado, abierta al Mediterráneo como un inmenso balcón. Algo similar a la Cova d’en Xoroi en Alaior. Una empinada escalera permitía descender hasta el nivel del mar para darse un baño en aguas profundas. En las paredes abundaban los fósiles, que extraídos con cuidado permitieron a mis primos formar una pequeña colección.

Sebastiana, responsable del archivo del periódico, ha hallado una referencia en prensa. Diario de Mallorca anunciaba el 4 de septiembre de 1971 la “inauguración de una nueva discoteca en Cap Falcó, en Cala Viñas”. La breve nota se publicaba en la sección ¿Dónde vamos esta noche?, que durante décadas publicó Paco del Valle en el periódico. Como gran novedad aludía a que la sala se ubica “en una gruta natural”. “Ya les contaré”, añadía, pero nada más aparece en la hemeroteca.

En la misma página se publicó un anuncio encabezado por la silueta de un pirata con sombrero de ala ancha y daga en mano. El texto resulta explícito: “Cap Falcó, Magaluf-Cala Vinyes. El más simpático lugar de rendez-vous en el sur de Mallorca. Cueva prehistórica situada directamente al borde del mar, se puede llegar cómodamente en barca. Camino vecinal de unos 40 metros por zonas rocosas. Exzona de piratas, verdaderamente romántico. Parrilla, baile, ambiente agradable, diversión única por poco dinero. Abierto diariamente”.

Al parecer, el negocio fue efímero. Algunas personas cuentan que se produjeron desprendimientos de piedras. Quizás simplemente no resultara rentable.

Fue, sin duda, un destino fugaz. En YouTube se puede ver un breve vídeo en el que aún se aprecian los restos de paredes de marés para crear distintos niveles en la sala de fiestas, un portal de acceso, la apertura al acantilado y hasta la zona de la parrilla. Su ubicación entre Cala Vinyes y Cala Falcó permite una reflexión sobre los errores del desarrollo turístico. Mientras la primera está dominada por inmensas moles absolutamente desproporcionadas con respecto a las dimensiones de la playa, la segunda mantiene un entorno virgen y acogedor. Mallorca reúne en pocos metros destinos frustrados, destinos de espanto y destinos paradisíacos.

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