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Hielos

Hielos

Que el cambio climático es un hecho sólo lo niegan, hoy en día, los profetas visionarios como Donald Trump. El fenómeno es planetario pero tiene su manifestación más espectacular en la desaparición del hielo que cubre los casquetes polares, en especial del Polo Norte, a causa de que no hay allí, en la culminación septentrional del mundo, tierra alguna. Al fundirse los hielos queda libre el paso marítimo del noroeste, desde el Pacífico al Atlántico, tal y como ha sucedido con anterioridad en todos los episodios interglaciares por los que ha pasado nuestro planeta.

Se trata de fenómenos harto sabidos. Pero lo que resulta toda una novedad, para mí al menos, es lo que recoge el comentario publicado por Julia Rosen „periodista científica„ en la revista Nature dentro del reportaje que lleva el título de "After the ice goes" (Después de que el hielo se vaya). La novedad consiste en las afirmaciones hechas por Julienne Stroeve, investigadora del Centre for Polar Observation and Modelling del University College de Londres, y recogidas por Rosen. Stroeve sostiene que Homo sapiens es una especie dependiente del hielo; algo difícil de negar teniendo en cuenta cómo tuvo lugar la evolución humana y, en particular, cómo fueron los movimientos de poblaciones que permitirían ocupar Europa, Asia y América, aunque incluso la aparición de nuestro género, Homo, está también ligada a los cambios climáticos de gran alcance que convirtieron los bosques tropicales africanos en sabanas abiertas.

Pero la tesis más sorprendente de Julienne Strove, tanto como para que forme parte del subtítulo del artículo de Nature, plantea que el fundido de los hielos árticos no es un proceso irreversible: puede tener marcha atrás. Y la forma como lo dice la investigadora del University College da a entender que sería algo al alcance de la humanidad.

Otro científico entrevistado por Julia Rosen, Dirk Notz del Instituto de Meteorología Max Planck de Hamburgo, Alemania, ofrece la clave: al contrario que el hielo acumulado sobre la tierra firme, el marino es muy sensible a cambios pequeños en las temperaturas veraniegas. Un descenso en los niveles del CO2 liberado hoy en la atmósfera podría conducir a finales de este siglo a que el hielo ártico se recuperase. A corto plazo, claro, porque el periodo interglaciar en que estamos metidos sigue avanzando. Pero se trata de un lapso que se vuelve casi eterno a la escala de tiempo humana.

Siempre, claro es, que la condición esencial se cumpla. Los 195 países que firmaron el año pasado el acuerdo para combatir la aceleración del calentamiento del planeta tienen que ser fieles a los compromisos asumidos. Y no parece que eso vaya a resultar fácil porque hasta ahora los acuerdos han sido papel mojado. Con la amenaza añadida de que quienes se ríen del cambio climático ocupan ahora la Casa Blanca.

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