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Con Ciencia

Cangrejo

Cangrejo

El Limolus poliphemus parece un cangrejo antediluviano pero no lo es. Se trata de un quelicerado marino y, por tanto, está más emparentado con las arañas actuales que con los cangrejos. En cuanto a la referencia al Diluvio Universal, se queda corta. No estoy muy seguro de cuándo sitúa la Biblia esa catástrofe pero, siendo Noé su principal protagonista, tampoco puede irse muy lejos en el tiempo; unos miles de años todo lo más. El que se conoce como cangrejo herradura o cangrejo cacerola, el Limolus poliphemus, apareció hace nada menos que 475 millones de años, en el Ordovíco Inferior, y apenas ha cambiado nada desde entonces. Si tenemos en cuenta que es en ese periodo de la era Paleozoica cuando se multiplicaron los trilobites, y las tierras de Australia, la India, África, América y la Antártida estaban reunidas en un solo continente, Gondwana, cabe imaginar de qué época estamos hablando.

Yo tenía noticia del cangrejo extraño que no lo es, con una historia evolutiva peculiar a sus espaldas, pero nunca había visto ninguno salvo en los caparazones que se encuentran en los estantes de los museos y de las tiendas de recuerdos que venden fósiles y minerales en vez de camisetas de futbolistas famosos. Vaya sorpresa, pues, estando en la isla de Holbox „Caribe mejicano„ hace poco, cuando me tropecé con tres o cuatro de esos caparazones tirados sobre una escollera.

Al día siguiente fue Cristina quien me llamó la atención a gritos. En las aguas someras de la playa, a un palmo de profundidad, un cangrejo herradura se movía a pasos lentos por la arena del fondo. Era como asistir a la representación del nacimiento de los primeros seres marinos, que terrestres, por aquel entonces, no había ninguno.

Cristina me preguntó cómo es posible que la selección natural no haya hecho cambiar al Limolus en casi cinco millones de siglos. La respuesta la dio el fundador de la ciencia, hoy ya extinta, de la Sociobiología, Edward Wilson. En los entornos muy estables como son los mares tropicales, allí donde las condiciones medioambientales no cambian según se suceden las estaciones del año y apenas se modifican con el paso de los milenios, las presiones selectivas permanecen igual permitiendo que las especies se eternicen. Son el contrapunto de los hábitats fugaces, como una charca que produce en el campo la lluvia de la primavera. Ningún cangrejo, lo sea o no, podría haber evolucionado en lo que será barro mañana y polvo al cabo de una semana. Pero desde las costas de aquella Gondwana al enclave del Caribe de ahora mismo el tiempo transcurre con un ritmo que no es el de las larvas de los mosquitos y ni siquiera es el nuestro. Cuando, con doscientos mil años a nuestras espaldas, nos creemos una especie privilegiada por nuestra capacidad de supervivencia, el cangrejo herradura nos da un ejemplo que no deberíamos tomar en vano.

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