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Con Ciencia

Jirafas

Jirafas

Uno de los recuerdos más intensos que tengo de mis viajes por África surgió cerca del lago Natron, al norte de Tanzania, cuando camino ya del anochecer volvíamos al campamento con cierta prisa. En el Ecuador anochece de golpe, sin apenas crespúsculo, y no es una buena idea estar fuera del refugio cuando las hienas salen a cazar. Con la luz apagándose ya, en medio de la maleza alta de la sabana, aparecieron de pronto dos jirafas, una madre y su cría, caminando con esa marcha como de ballet (mueven a la vez las dos patas del mismo costado) a pocos metros de nosotros.

Las jirafas son animales extraños y bellísimos, con su elegancia desproporcionada. Lamarck pensaba que su cuello se había ido alargando como adaptación voluntaria para poder alcanzar las hojas más altas de las acacias pero ahora sabemos que no es así. Darwin le ha ganado la mano al gran naturalista francés fijando en la selección natural el origen de los cambios. Con todo, hasta los más fieles darwinianos ignoraban lo que ahora acabamos de averiguar.

Julian Fennessy, investigador de la Giraffe Conservation Foundation en Windkoek (Namibia), y sus colaboradores han publicado en la revista Cell los resultados de un análisis genético preciso llevado a cabo sobre muestras tomadas en 190 individuos pertenecientes a todas las poblaciones de jirafas y sus conclusiones llevan a clasificar esos animales de una nueva forma. Si hasta ahora se admitía que la diversidad genética de las jirafas obligaba a separarlas hasta en once subespecies, el estudio de Fennessy y colaboradores da un paso adelante indicando que sus diferencias son aún mayores de lo esperado. Las jirafas actuales pertenecen a cuatro especies distintas. Y las consecuencias de ese descubrimiento van más allá de la taxonomía. Como se sabe, las especies cuentan con barreras reproductivas que las mantienen aisladas; au

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