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Crítica cine

Memoria juguetona

Un fotograma del filme.

Buscando a Dory es una segunda parte a medias de Buscando a Nemo. Invierte los papeles y la compañera de viaje y desventuras de Nemo pasa ahora a buscarse a sí misma. Afino, buscar a sus padres porque su memoria de pez y unas poderosas corrientes submarinas los han separado miles de millas.

Si Nemo acabó en la encimera de un dentista, Dory, con sus alternantes compañeros de viaje (un pulpo, un tiburón ballena, una tortuga, más Nemo y su padre) acaba en un acuario público, con distintas áreas e instalaciones para saltar de una pecera a otra y el mar abierto a tiro de un aleteo de cola o la rejilla de un sumidero.

El argumento juega con el mito de la ínfima memoria de los peces. Aplicado a rajatabla la película duraría cinco minutos: el tiempo que tardaría Dory en recordar que tiene unos progenitores y despreocuparse por ellos. Para evitar eso los guionistas recurren a los detonantes (propios de cerebros más desarrollados) que reactivan sinapsis/recuerdos en la memoria profunda.

Licencias creativas sin sustento científico, al contrario que en Del revés/Inside out. La ligereza del guión se matiza con personajes muy simpáticos (el camaleónico pulpo, el pájaro bobo, los leones marinos) y una calidad de animación excelsa, más destacada en los fondos marinos, como las turbias aguas de los Sargazos, que en zonas humanizadas.

Se echan en falta gags puros (el mejor, el del pulpo en los títulos finales) y la emotividad sólo despunta en el reencuentro final. Película totalmente dirigida a su disfrute por los niños, más que a epatar a los mayores.

Buscando a Dory

Estados Unidos, 103 min.

***½

Director: Andrew Stanton

Actores: (Animación)

Cines: Rivoli, Ocimax, Porto Pi,

Cinesa Festival Park, Multicines Manacor.

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