Sin rodeos. Delegación de Gobierno volvió a saltarse ayer a la torera una medida aplicada por la Policía Nacional desde el 10 de abril de 2015 por la que se impide cualquier manifestación de grupos antitaurinos coincidiendo en el lugar, día y hora de la celebración de un evento taurino y por la que se pretende evitar posibles altercados que ponen en riesgo la seguridad ciudadana. Una provocación. Una auténtica imprudencia que no ha lugar y que puede acarrear gravísimas consecuencias de repetirse en venideras ediciones.

Metidos ya en faena además de destacar el éxito tanto artístico como de público justo es realzar la excelente labor de organización y promoción llevada a cabo por Gabriel Nadal.

De sobra es sabido que los festivales taurinos cuentan a priori con la benevolencia del público y, como consecuencia, del palco presidencial. Ayer no fue una excepción, si bien el Presidente del festejo Antoni Serra se encargó de no caer en la chabacanería y la desfachatez imprimiendo rigor y seriedad en todas sus decisiones.

Se corrieron seis novillos de Sonia González de Albacete. Nobles en líneas generales destacando el juego de los lidiados en tercer y sexto lugar.

Abrió plaza el rejoneador Juan M. Munera que cortó un trofeo tras una labor a un novillo que no se prestó al lucimiento del toreo a caballo.

El portugués Víctor Mendes es todo oficio. Sin apreturas tanto en su recibo capotero como en la labor muleteril cortó una oreja tras estoquear al astado rápidamente.

Volvía a los ruedos el torero murer ´Campanilla´. No defraudó. Con las lógicas carencias de quien no ejerce la profesión desde hace dos décadas se gustó con el capote y estuvo más que aseado con la franela. Compuso una faena basada únicamente sobre la diestra ante un excelente novillo que iba largo y permitió que el espada se sintiera a gusto en diferentes pasajes de su actuación. Antes había realizado su peculiar salto de la garrocha. El respetable reclamó un segundo salto, petición que el torero rehusó al quedar dolorido tras una caída a la salida de dicha suerte. Fue breve en la suerte suprema y se le concedieron dos orejas solicitadas en su gran mayoría.

El catalán Serafín Marín realizó el mejor toreo al natural de la tarde. Construyó una faena que fue de menos a más pero el feo metisaca que precedió a la estocada le privó de cortar el segundo apéndice.

Dámaso González apechugó con el novillo algo más complicado del festival aún sin ser un marrajo. Anduvo voluntarioso pero su faena no llegó a calar en los tendidos. Tras una estocada y un aviso paseó un trofeo.

Cerró plaza el novillero mallorquín Gabriel Pericás. Con el novillo más descarado de pitones que salió por chiqueros, estuvo animoso tanto con el capote como en banderillas con las que destacó un par, el tercero, al violín.

En esta ocasión no se le puede reprochar nada al torero palmesano. En contra de lo que se pudiera prever debido a la ausencia de contratos que padece, estuvo sereno y con una predisposición intachable. El buen manejo de los aceros fue el pasaporte para que paseara dos merecidas orejas.