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Entrevista

Luis J. Esteban Lezáun: "Ser policía supone una ventaja sustancial para escribir novela negra"

-Novela policiaca, novela negra, libro de autoayuda... ¿Se siente cómodo en alguna de estas etiquetas?

-De momento solo he publicado dos novelas. La primera, El inspector que ordeñaba vacas, es una mezcla de novela negra y de novela de autoayuda; y la segunda, La vida contra las cuerdas, es de corte más tradicional. Me siento cómodo tanto en la novela negra como en la tradicional. Quizá el género que ya he abandonado para siempre es el de autoayuda, con el que quise experimentar en una época de mi vida.

-¿Existe alguna conexión entre sus dos novelas?

-Son dos novelas totalmente distintas pero sí que comparten una cierta preocupación por aspectos espirituales y filosóficos de la vida que hoy tenemos olvidados. En la escuela hoy ya no se enseña nada sobre la espiritualidad y sin embargo forma parte de nuestra identidad y personalidad desde los principios de los tiempos. Y la hemos abandonado de modo muy abrupto en las últimas décadas. Hay que recuperar y cultivar esa espiritualidad que forma parte de la humanidad.

-¿Cómo nació La vida contra las cuerdas?

-En mi cabeza siempre pululan varios argumentos, tres o cuatro ideas o guiones, y uno va madurando, no sé por qué, con más brío que el resto.

-Con su lectura invita a reflexionar sobre los valores que mueven nuestras vidas. ¿Era ese el objetivo planteado?

-Cuando uno escribe una novela el objetivo principal es dar a conocer algunos sentimientos que uno guarda dentro, algunas ideas pretendidamente interesantes y compartir y suscitar sentimientos y pensamientos en los lectores. Esta es una novela en la que se habla sobre todo de la lucha por la vida, de cómo hay que ir superando los obstáculos y enfrentarse a retos. La vida, en el sentido etimológico del término, es una agonía, una lucha permanente. Y ese era el pensamiento que quería suscitar en el lector, esa sensación de agonía, de lucha, de resistencia.

-¿A qué retos se enfrentan sus personajes?

-A grandes y pequeños retos, por eso la novela tiene un doble argumento. Por un lado tenemos una pelea por la corona mundial de los pesos medios de boxeo en Las Vegas que se nos presenta como un gran reto; un español que parte en condiciones en principio desfavorables contra el otro púgil. Por otra lado está la vida de un adolescente en una localidad que denomino Puerto Antiguo y que se enfrenta a pequeños retos, como la lucha contra el acoso escolar de algunos compañeros o el amor no correspondido de Celia. La mayoría de los mortales no tendremos que pelear por la final de los pesos medios pero sí por nuestro amor, por hacernos con un hueco en la vida, por forjarnos una identidad... Es una historia de retos, unos grandes y otros más mundanos, prosaicos.

-¿Todos vivimos contra las cuerdas?

-Sí, pero no en un sentido negativo. Todos vivimos contra las cuerdas pero en el sentido de que tenemos que ir midiéndonos continuamente contra las adversidades."Quiero suscitar en el lector una sensación de agonía, de lucha, de resistencia"

-¿Usted entiende la vida como un combate de boxeo?

-El boxeo es por excelencia el deporte en que se resume de modo más palpable la esencia de la existencia.

-¿Qué lección le dio ese deporte que tan bien conoce?

-He practicado el boxeo pero a nivel menos que amateur, a nivel paquete. El boxeo es un deporte en el que se combinan muchas cualidades que son necesarias para la vida como la resistencia y una capacidad para encajar los golpes que da la vida y seguir adelante con cierto desahogo, lo que se conoce en psicología como resiliencia.

-¿Le obsesionan las novelas de Pérez-Reverte, como a su personaje Caratriste?

-Obsesionarme no, pero me han gustado mucho, sobre todo la serie del Capitán Alatriste; y ese gusto personal lo vierto en un personaje.

-¿Qué otros autores le han influenciado?

-Yo siempre he leído de forma muy asistemática y anárquica y no creo que tenga influencias muy marcadas de uno u otro escritor. Pérez-Reverte me gusta mucho como también Miguel Delibes o Gabriel García Márquez, escritores muy dispares entre sí, que no comparten nada en común. Los tres, como podría decir muchos más, me han influido mucho de manera muy positiva como lector pero como escritor no tengo una influencia marcada."Mis dos novelas comparten una cierta preocupación por aspectos filosóficos y espirituales"

-¿Cuándo descubrió su vena literaria?

-Desde muy pequeño sentí la pasión por escribir y me puse a prueba con algún relato corto pero no fue hasta hace cuatro años que decidí dedicarme a esto de un modo más serio.

-¿Sabría explicar qué le impulsa a escribir?

-Yo imagino a mi pesar que casi todos los que nos dedicamos a la escritura tenemos un pequeño exhibicionista dentro, quizá porque pensamos equivocadamente que son interesantes para los demás.

-¿Sigue enganchado a Pasapalabra?

-Vivo un periodo de desintoxicación telesiviva. Para mí Pasapalabra fue una bendición pero también una experiencia estresante.

-¿Su trabajo como inspector jefe de policía en Manacor le sirve de cantera para extraer historias?

-Sí. El trabajo de policía te da un conocimiento bastante amplio de la existencia y sirve para cultivar el género de la novela negra, al vivir experiencias que de otro modo no vivirías. Supone una ventaja sustancial, al conocer los entresijos de la policía, el mundo de la delincuencia y algunos crímenes más o menos aberrantes.

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