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Entrevista

Felipe Aguirre: "Ya no escucharíamos a Beethoven si la música actual transmitiera valores"

El director de orquesta colombiano Felipe Aguirre.

­­-¿Cómo empezó su relación con la isla?

-Resido en El Terreno. Ahora mismo estoy en mi casa de Palma porque estamos preparando el concierto de Año Nuevo. Vivo en la isla por temporadas. Hace más o menos diez años que estoy vinculado a Mallorca. La conocí a raíz de unas vacaciones y porque conocía a gente de aquí. También trabajé en su Conservatorio, en el área de Musicología. Me va bien vivir aquí por mi actividad como director de orquesta en España. Es en este país y en Latinoamérica donde más desarrollo mi profesión. Para mí, Mallorca es un buen centro de operaciones.

-¿Qué tiene de especial el concierto de Año Nuevo que podrá escucharse el día 1 en Trui Teatre?

-Varias cosas. En primer lugar, se trata de la celebración del 25 aniversario de este concierto en Palma, casi único en la isla. Con la Orquestra Simfònica vamos a ejecutar un programa muy especial. En primer lugar, es relevante destacar que por primera vez se va a interpretar en la isla una obra bellísima de Arturo Márquez, Danzón nº2. Y se van a escuchar piezas populares como el Mambo de Bernstein.

-¿De dónde procede la tradición de los conciertos de Año Nuevo?

-El modelo que se ha tomado es el de Viena. Éste ha inspirado a otras ciudades del mundo. En Viena se programa a Strauss, músicas de valses y polkas. En este concierto se combinan esos elementos vieneses pero también se le añade un repertorio con piezas de otros lugares del mundo para que sea más ameno. Por ejemplo, hay composiciones conocidas de bandas sonoras que gustan mucho.

-Precisamente, conoce muy bien esos repertorios vieneses porque se formó en Austria.

-Sí, hice la carrera allí. Estuve unos siete años. Me siento muy unido a la tradición vienesa. Su tradición de los valses y las polkas es como el flamenco aquí. Para sentirlas, hay que vivir esa sangre vienesa. Yo empecé como pianista y luego quise ser director de orquesta. Y sabía que uno de los mejores lugares del mundo para serlo era Viena."La Simfònica está pasando por un buen momento; Pablo Mielgo va a hacer una temporada maravillosa"

-¿Dirigirá a la OSIB en esta temporada?

-No. Pero sí en el concierto de Año Nuevo.

-¿Cómo ve a la orquesta?

-Está pasando por un buen momento. Después de los problemas económicos, parece que está empezando a vivir un momento de estabilidad. La cultura siempre necesita del apoyo y de la comprensión gubernamental. Es importante que las instituciones tengan claro que instituciones como la OSIB son una necesidad.

-¿Qué le parece el nuevo director, Pablo Mielgo?

-Es una gran músico. Va a hacer una temporada maravillosa.

-¿Qué lugar ocupa la música en la cultura de hoy?

-En general, ha bajado la importancia que históricamente se le ha dado a la música. Esto es algo que se nota sobre todo en la educación. Cada vez hay menos colegios que le dan importancia a la educación musical, ésta se ve como algo accesorio. Antes era inconcebible que no hubiera música en el colegio. Estamos en desventaja frente al pasado en este sentido. Pero la música es algo imprescindible en el ser humano. En la interpretación de la música vives o presencias algo que no se puede vivir o presenciar en otro ámbito de la vida. En la época de Wagner se le llamaba a la música una forma de religión.

"Hoy día se ha reducido la importancia que históricamente se le ha dado a la música"

-¿Ha perdido la composición actual la grandeza de otros tiempos?

-Ésa es la gran pregunta. El nivel de creación de un determinado pueblo o cultura es la revelación directa de una situación histórica. No se puede disociar lo que estamos viviendo de lo que se crea. El siglo XX ha sido un siglo de experimentación y de búsqueda de nuevos caminos, un siglo de transición hacia algo, y tengo la sensación de que es un siglo en el que no se ha llegado a algo definitivo. Cuando una persona dentro de 30 años escuche las composiciones contemporáneas verá el XX como un siglo caótico y difícil. Fue un siglo convulso y su música es una banda sonora terrorífica de la humanidad. Por eso creo que hay distancia entre el público actual y la composición contemporánea: al espectador le horroriza ver lo terrible de nuestra realidad. Ésta es una música que refleja a una sociedad a la que le falta un centro, un conjunto de valores. Yo tampoco me siento a gusto ante ciertas representaciones porque van en detrimento de ciertos valores humanos, pero sé que no me puedo tapar los oídos. Hablando genéricamente, si las composiciones actuales transmitieran valores, ya no tendríamos que escuchar a Beethoven. Tenemos la necesidad moral de que la música nos transporte a algo o a algún lugar mejor. Y ahora mismo es no se está haciendo.

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