La Fundación Barceló ha demostrado que 25 años dan para mucho. Por ejemplo, ha dejado claro que en un cuarto de siglo se pueden realizar 819 proyectos humanitarios que sirvan para tender una mano a más de un millón de beneficiarios y sentar las bases para afianzar y desarrollar, tanto a nivel educativo, económico y sanitario, de comunidades enteras alrededor del mundo. También para descubrir a toda una escena artística y cultural casi invisible, como podía ser la mallorquina hasta hace no tanto, y servir de trampolín a creadores hoy consolidados. Otra actividad a la que se pueden dedicar 25 otoños es a concentrar una de las colecciones privadas de patrimonio artístico, de profunda personalidad autóctona, más valiosas de una sociedad y mostrarla gratuitamente con el objetivo de acercar el público a sus raíces.

Otra opción, más ambiciosa, es desempeñar todo lo apuntado a la vez. Así lo ha hecho la Fundación Barceló, que se encuentra inmersa en los últimos festejos de su vigésimo quinto aniversario.

Octubre de 1989

Fundada sin ánimo de lucro un 24 de octubre de 1989, la misión de la Fundación Barceló siempre ha sido "mejorar el desarrollo integral de las personas de manera eficiente, transparente y responsable", explica Pilar Pujol, responsable de Arte y Cultura de la institución. "Todos nuestros proyectos progresan con visión de futuro. No dependen de subvenciones para subsistir y son sostenibles a lo largo del tiempo. Por ejemplo, en Nicaragua montamos unas residencias que, con los años, han crecido hasta convertirse en una pequeña ciudad", cuenta la encargada. El de las viviendas de Centroamérica no es un caso aislado: escuelas, pozos, programas de salud e investigación y redes de microcréditos; actualmente la fundación participa en 89 proyectos en 37 países distintos. "Realizamos un seguimiento continuo para asegurarnos de que se gestionan correctamente. Esta tarea permite que estén siempre en movimiento. Enseguida que acaba un proyecto, empieza otro".

A pesar de la visión global de la fundación, uno de los aspectos que caracterizan a la organización y que más les llena de orgullo se encuentra en su relación con Mallorca y, en especial, con Felantix, pueblo arraigado a la familia Barceló. Dentro del ámbito solidario, sobresalen tres proyectos: uno de ellos es el denominado ALISOL, un programa que proporciona ayuda alimentaria a personas de Mallorca que se encuentran en situación de necesidad real, "siempre con productos de primera calidad", detalla Pujol.

Paralelamente, la Fundación Barceló destina dos de sus fincas, Son Barceló (Felanitx) y Formentor, a la producción agrícola y ganadera. "Forman parte de un entramado de reinserción laboral. Damos formación y trabajo a personas que, por el motivo que sea, no pueden acceder a él. Luego, destinamos lo producido a los que más lo necesitan".

Centinela del arte mallorquín

No solo de cometidos humanitarios se encarga la fundación, cuyo repertorio de obra pictórica mallorquina de los siglos XIX y XX es de los más potentes de la isla. "Tenemos unos cuadros únicos", afirma Pilar, que recalca que no pretenden competir con las galerías de arte. "Nuestra colección engloba a artistas mallorquines o relacionados con la tierra. Intentamos reconocer a aquellos autores de Mallorca que no han recibido la difusión que creemos que merecen", argumenta mientras enseña algunas de las obras expuestas en la espectacular sede neogótica de la fundación, en la calle Sant Jaume.

Aparte de dar voz a artistas injustamente silenciados, durante años la organización se ha dedicado a catapultar a jóvenes talentos que hoy forman -o han formado- parte de la escena cultural más elevada. Parte de la obra de personalidades como Miquel Barceló, Santiago Rusiñol, Ricardo Anckermann, Bel Fullana o Anglada Camarasa se encuentra a la vista de quien quiera en el emplazamiento oficial de este pedacito de historia de Mallorca que es, por méritos propios, la Fundación Barceló.