Pablo Fernández-Pujol

La parte salvaje de Addaya. Centre d´Art Contemporani. Carrer Alexandre Rosselló, 10 (Alaró). Hasta el 28 de septiembre.

La imagen del animal ha sido utilizado en el arte desde que el hombre empezó a usar este medio para expresarse. En la iconografía medieval los animales comenzaron a representarse actuando como personas, pudiendo poseer personalidad como seres humanos y ofrecer modelos para su comportamiento.

Con el tiempo, muchos han sido los artistas que han utilizado esta clase de híbridos animal-humano o viceversa: sólo hay que ver algunas portadas de discos de Bad Religion, Suede o The New Raemon, o los impactantes carteles del Festival Sónar 2008.

Pablo Fernández-Pujol (Cádiz, 1977) nos propone en Addaya una serie de acuarelas sobre papel, con un lenguaje de gran plasticidad, en los que trabaja la metamorfosis a nivel metafórico, en ellos une y compacta lo conocido con lo desconocido, lo tangible y lo menos tangible, lo familiar y lo nuevo.

El monstruo creado por Mary Shelley, nació de la materia inerte y que se convirtió en un ser brutal. A través de una escultura de plastilina, Fernández-Pujol crea una presencia sobrenatural, alude a una propuesta científica, habla sobre la creación y la destrucción de nuestros propios monstruos, con libertad y sentido del humor.

La pieza principal, la que aparece en el vídeo, empezó siendo una escultura de un hombre y terminó con apariencia porcina. Se trata de un vídeo rodado en stop-motion, a través una sucesión de 3.000 imágenes fijas, algunas de ellas disparadas con la cámara de su móvil. En este sentido, el fin es comprender que la tecnología, también afecta a las artes y como se retroalimentan.

Intensas imágenes, a veces incómodas, pero a su vez sensibles y bellas, que nos permiten profundizar desde la visión crítica de su autor, y extraer nuevos perfiles perceptivos que forman parte de nuestras vidas y afectan a nuestro entorno. Una experiencia estética con participación física, aunque solo sea en sueños.