El protagonista: un catedrático que ha perdido el hilo del discurso durante una conferencia. Un cortocircuito a partir del cual el errático profesor va pariendo una historia, "una narración fracturada, aunque obsesivamente continua". Un lugar: Lisboa. Un punto de observación fijo: un carguero llamado Gran Ripango, aparentemente varado en el estuario del Tajo. Éstos son algunos de los ingredientes que componen Lisboa song, "un poema narrativo, prosa poética de largo recorrido" que acaba de ver la luz en la editorial Eutelequia. Su autor, el articulista de DIARIO de MALLORCA José Vidal Valicourt, explica que lo escribió durante su reciente estancia en Lisboa, que duró dos años. "Lo escribí a mano, empecé a hacerlo cuando visité el Museu de Arte Antiga de Lisboa. Desde allí se veía el puerto, y entonces reparé en un carguero. Si mi vista no me falló, creí leer Ripango", relata el autor, que presentará -junto al crítico literario Nadal Suau- el volumen el próximo día 28 (a las 20 horas) en Literanta.

El protagonista de este texto "alucinatorio, lleno de asociaciones extrañas, de imágenes entresacadas de ese estado entre la vigilia y el sueño" es un catedrático en horas bajas que ha participado en un programa de telerrealidad. "Me he basado un poco en Gustavo Bueno, quien asistió y comentaba en espacios de ese tipo", reconoce Vidal Valicourt. En las páginas, se cruzará otro personaje, Ana, "una cantante de fado que se parece un poco a P.J. Harvey", una mujer que va tocando el piano a lo largo de las páginas para componer una canción. Asimismo, "Ana trabaja de payasa (un trabajo trashumante, triste pero alegre a la vez) en Luanda, Angola", agrega.

El autor niega que éste sea un libro sobre Lisboa, aunque la ciudad lo impregne todo. Por ejemplo, hay rastro de las manifestaciones que hubo en la ciudad contra la Troika, "que fueron un poco el reflejo de Sol en Madrid".

Del protagonista de estas páginas iremos descubriendo algunas de sus vidas en el pasado; por ejemplo, que trabajó en Correos. Asimismo, el lector irá asistiendo a la aparición de una retahíla de canciones, pinturas, referencias a cineastas o a filósofos, un camino ya recorrido en su anterior libro, Tomas falsas, y que vienen a conformar un diario cultural e intelectual del propio Vidal Valicourt. No en balde, su estancia en Lisboa coincidió con la muerte en la propia ciudad de Antonio Tabucchi, que falleció el mismo día pero un año después de que se imprimiera Lisboa song. Al final, una cita del fallecido autor apoya indirectamente el proyecto literario que comenzó a apuntalar Vidal en Zona de nadie, metaforizado en parte en ese Gran Ripango, que se encuentra en un punto de indecisión, en el estuario, allí donde el río está a punto de convertirse en océano. Esas zonas fronterizas, esos espacios intermedios, de paso (Vidal adora los hoteles), esas áreas indecisas, inseguras, oscilantes (aplicadas tanto al género -todos se dan cita en el volumen, incluso el ensayo de ficción- como a la narración de la propia historia) son las que desea explorar el autor mallorquín con su literatura.

Si Vidal habla de Lisboa, "una ciudad muy enrevesada", no puede dejar de aparecer de manera más o menos intermitente en la lectura de este libro el cineasta Alain Tanner y su ciudad blanca: es decir, la capital de Portugal. "Ese director se movió en las tascas de pescado y vino, y, cámara en mano, intentó rodar una Lisboa en contra de las postales", refiere.

El lector se precipitará junto al protagonista de estas páginas por la memoria, por un pasado que le devolverá a un presente distorsionado. Y jugará también a recuperar fragmentos que se van encadenando al azar. "Un caosmos" que al fin y al cabo no es más que la propia vida o esa canción que Ana va componiendo a lo largo del libro, una partitura de disonancias tocadas al piano con un dedo.