Para Montxo Armendáriz no es fácil hacer una película. Y eso que lleva una decena de cintas a sus espaldas, dos goya, un buen puñado de nominaciones (además de la del Oscar por Secretos del corazón) y un Nacional de Cinematografía. Necesita documentarse, prepararse, pero en especial, tener un buen tema de fondo. El cine, a su juicio, y en línea con Rossellini, aparte de entretener, "tiene otras facultades", como la de reflejar las ilusiones, los problemas y los anhelos de la sociedad. "Y ese es el tipo de cine que me gusta hacer a mí", justifica.

El que ganara un goya al mejor guión por Las cartas de Alou está en la isla porque ha participado en la pasada gala benéfica de la asociación Rana, que lucha por la protección infantil y la defensa del menor y el adulto que ha sido abusado. La última película del realizador navarro, No tengas miedo (2011) no solo narra el abuso desde los ojos de la víctima, se ha convertido, con el tiempo, en una cinta "cuyo efecto terapéutico" es sorprendente entre los pacientes, cuentan desde Rana. El realizador se prestó ayer a tener un encuentro con los medios, en el que habló de la cinta y sus dificultades, de la industria del cine y la cultura.

Quería que la película fuese esperanzadora. Que huyese "del morbo" pero no de la "dureza" que hay tras un relato como el de las víctimas que durante un año visitó el cineasta. Fue un año realmente difícil, y eso que estoy acostumbrado al trabajo de campo (Las cartas de Alou, 27 horas). La verdad es que nunca me había encontrado con situaciones tan tremendas. A veces llegaba a casa destrozado, y sin ánimo de decir cómo se puede transmitir el dolor, el sufrimiento y la angustia que tienen aquellos que han sufrido abusos y que cuando ya eres adulto, te destrozan prácticamente la vida", confesaba. Pero el relato debía terminar con un mensaje de aliento: "Que es posible recuperarse, salir de ahí y emprender una nueva vida".

Armendáriz reconocía que sabía que estaba haciendo una cinta enemiga de lo comercial, y preguntado por las causas de la escasez de cine social en España, explicó que "es un problema de público y de productores", pues los segundos buscan "cuánto dinero van a ganar" y a los primeros no están acostumbrados porque en España un tema así "sigue siendo tabú". Y lo dice por experiencia, pues sabe que su filme, protagonizado por Michelle Jenner y con Belén Rueda y Lluís Homar como intérpretes, ha sido proyectado en escuelas para niños en Noruega -donde el tema de los abusos constituye casi un género en sí mismo- mientras que aquí "sería impensable".

Preguntado por su interés en "trabajar con niños", algo que viene haciendo a lo largo de su filmografía, explicó que tiene sus ventajas y sus inconvenientes: "Son naturales. No actúan". Lo negativo es que se cansan muy rápido de los "juegos" que les propone el equipo para que se manifiesten los sentimientos necesarios en cada escena.

Entretanto, la "hegemonía del mercado americano "está acabando con la industria del cine en España: "Lo de aquí es un genocidio cultural. Y nuestro cine, en pocos años habrá desaparecido", se lamentaba.

Lo decía por el reciente cierre de la distribuidora Alta Films, la única en España que quedaba hasta hace poco. Contó que la última película de Polanski, la que se estrena en Cannes , "no tiene distribución en España". Pero casualmente, "una distribuidora americana la compró para hacer lo propio en nuestro país".

"La piratería no hace tanto daño"; afirmaba el actor preguntado por las descargas ilegales. "Se ha intentado vender como el ´gran ogro´ que ha hundido la música y el cine pero porque no se quiere reconocer que han cambiado las formas de producción, distribución y exhibición. Al cine, como le pasó al teatro se le ha pasado su gran momento".