Asemejarse, apenas un "poquito" a lo que han conseguido consolidar Ángel Sala y Mike Hostench en su archiconocido Festival Internacional de Cine Fanstástico de Catalunya sería para MareMostra un auténtico "éxito" conseguido. El festival mallorquín, que muestra las mejores producciones a nivel internacional que tengan relación con el mar, celebra su segunda edición con un cartel que dobla las proyecciones de la primera y que, a ojos de sus referentes, "ha pasado la prueba del algodón". Se refieren a los cuatro "cometidos" que un evento de dichas características debería aprobar para asegurar su supervivencia: promoción de su sede geográfica proyectándola al exterior; promocionar la industria cinematográfica local; una buena programación que consiga reunir las mejores películas dentro de su ámbito temático (generalista o especializado) y, si cabe "la más necesaria y la que no cumplen todos los festivales, que no sea deficitario", explica Hostench a los medios de comunicación. A su director Ángel Sala le ha parecido "estupenda" la programación del MareMostra 02 y ha querido destacar la importancia en la actualidad de tender puentes entre festivales, "tanto a nivel de compartir patrocinadores y contactos de invitados como de colaboración desde la programación y la mejora de las relaciones institucionales". Esto es lo que ha hecho Sitges con MareMostra, colaborar con su sección de terror, y el resultado han sido dos títulos (Grabbers, el domingo 5 en el Aljub de Es Baluard y Gyo Tokyo Fish Attack, hoy a las 22 horas en patio exterior).

"La importancia que tienen hoy en día los festivales reside en el aspecto cultural del país. Nosotros desde Sitges lo que vamos a apoyar es esta nueva creación, consolidación de festivales en todos los rincones, porque creemos que son una herramienta fundamental para la subsistencia de algo tan importante como es la cultura que se ofrece al ciudadano, de una manera periódica y que no se reduce a ir simplemente al cine o ir al teatro sino también de eventos que estén organizados por gente que tiene una capacidad de gestión cultural, muy especialmente en una época como la actual, en la que los circuitos comerciales están muy empobrecidos, muy reducidos, cada vez más", sostiene Salas.

Es por ello, que Salas afirma que los festivales -todos en general, desde los más grandes a los más pequeños- están haciendo una labor inmensa en este sentido. "Lo que tenemos que evitar entre todos es que esta crisis, parecida a un monstruo cuyas causas todavía no tenemos claras, acabe por dejar el panorama cultural del país desierto", añade.

Con una importante red de festivales en España que "ha ido desapareciendo y mucho", Salas explica que sería "absurdo no hacer piña. La idea es que los festivales en España no vivan de espaldas, y más cuando existe buena relación entre sus directores", opina.

¿Es la especialización la clave del éxito de supervivencia de muchos de ellos? Para Hostench y Salas se hace "vital" una especialización lógica y un buen grado de comunicación. Y más cuando ya existen otros festivales generalistas tan consolidados que el nicho de mercado queda cubierto. Aunque a ello haya que sumarle la "capacidad de gestionar el concepto del festival para flexibilizarlo, abrirlo, y jugar con lo retrospectivo".

La manera de consumir cine, sus productos y el público ha cambiado, pero el circuito sigue siendo el mismo, provocando una descompensación: "En España llevamos desde los años 70 con el mismo chip de la distribución y la exhibición. Todo eso ha cambiado, y a ello se suma la falta de educación en la mirada, de política de concienciación". Ya no solo la piratería se perfila como la gran causa de la "anormal" caída de los espectadores en España. "Algo hemos echo muy mal", reconoce Salas.

Otro de los aspectos "perdidos" y que paradójicamente están recuperando algunos estados americanos es el concepto del cine como "punto de conexión social". Ahora no se "programan películas, se echan". El criterio de programación en las salas españolas "ha desaparecido", junto con el valor añadido que le daban aquellas charlas sobre la cinta visionada en un café, con un grupo de amigos, y que recientemente se vió amenazado en Denver durante el estreno de la cinta de Batman. "En algunos lugares de Estados Unidos se cuida mucho no sólo el tipo de cine, también el espacio en sí y el lugar donde vas a comentar la película", explica Salas. "En España ya no existe el concepto de cine como templo de reunión social".

Pero aquí no todo se hace mal. En lo que ha cine fantástico se refiere, para Hostench es el género que mejor se trabaja en España, "y así se reconoce en mercados exteriores". Como ejemplo cita Emergo, de Carles Torrens. Vista ya por medio mundo, hace tan solo unas semanas que ha logrado estrenar en un cine de Madrid, "dos años después y distribuyéndolas ellos mismos", explica.

"El género fantástico ha cambiado el panorama del cine español", sentencia Salas. Lo dice pensando no sólo en el producto final, también en la "generación Sitges", o lo que es lo mismo, en aquellos cinéfilos del cine de los 70-80 como Santiago Segura, Álex de la Iglesia, Juan Antonio Bayona o Andrés Muschietti (Mama), que son un claro ejemplo de la influencia del Festival sobre sus lenguajes cinematográficos.