Innocens.Una vez colocados los miembros de las dos corales sobre el altar mayor, Teodor Suau, con sus siempre meditadas (de meditación) y sabias palabras nos dejó esa sentencia ecuménica: "La esperanza, a la que los creyentes llamamos Dios".

Ave Crux. Unir esas dos corales fue una idea brillante. Demuestra que la Coral Universitat tiene cantera (también de canto). Despeja el futuro. e

Iesus cadit I. Qué buena idea programar esa obra, grande (por muchos motivos) de Liszt.

Del pesebre a la cruz. El amor de padre y el dolor por la pérdida, aparecen sobradamente en esa obra inmensa e intensa.

Órgano ayuda órgano. Las dos aportaciones instrumentales, muy correctas y en su lugar. Inteligente optar por utilizar los dos órganos de la catedral. Uno para los momentos solistas y otro como continuo y refuerzo de las voces. Arany Reynés y Bartomeu Mut sensibles y espléndidos, sin matices.

Bach en el recuerdo. Los coros, afinados y delicados siempre. Tanto en sus intervenciones a voces separadas (Liszt utiliza a menudo hombres y mujeres por separado) como en los corales. Sentido y espiritual la versión del tradicional "O Haupt voll und Wunden", que tanto inspiró a Bach.

Iesus Cadit II. Los recitadores: buena dicción y elegancia. No necesarios, pero efectistas. Teatral el hecho de situarlos sobre los púlpitos.

Nolite flere super me. Nada que objetar, al contrario, a la labor del solista vocal, el barítono Joan Miquel Muñoz. Con muy buen hacer y decir, su voz, potente y afinada, resonaba desde el órgano central.

Iesus cadit III. Pocas veces el sonido había llegado tan nítido a los asistentes. La catedral no tiene, precisamente, una acústica de referencia. Pero en esta ocasión (quizás con algunas ayudas adecuadas) las voces se escucharon como nunca.

Sin ornamentos. Ese Viacrucis de Liszt es una obra profética. Se adelanta a su tiempo. Recoge elementos espirituales tradicionales, otros de su época (en algunos compases recuerda Parsifal de Wagner) a la vez que intuye lo que sería la música posterior (seguro que Arvo Pärt ha estrudiado la partitura).

Crucifige! Brazos abiertos. Joan Company (Mestre Joan Company) dirigía con brazos abiertos. A los coristas transmitía cohesión y pulcritud, para los asistentes, metáfora.

Eli, Eli, lamma sabacthani. Grito de muerte. Después silencio. Barítono solo. Bach en el recuerdo. Consummatum est.

La cruz, presente. Un crucifijo, llevado en pequeña procesión durante la Entrada (Vexilla Regis), presidió toda la audición. Primero fuego; incienso al final. Pequeña nota teatral con sentimiento.

O Crux ave, spes unica. Además de la presencia de la cruz, durante cada una de las estaciones del Viacrucis, unos monaguillos encendían pequeños cirios. Velada llena de luces. Sin sombras, sin tinieblas. Para el recuerdo.

VIACRUCIS de F. Liszt

Coral i Orfeó de la UIB

22/03/13/La Seu