Es interesante ver en sucesión Lincoln y Django desencadenado. La acción de la primera transcurre en 1865 cuando, en plena sangría de la Guerra de Secesión, se abolió la esclavitud. Tarantino se adelanta siete años, cuando a los hombres de raza oscura se les equiparaba a monos (los orientales estaban en un escalón ligeramente superior, como narra Henning Mankell en El chino) y se les trataba peor que a muchos animales, con vejaciones y torturas que harían palidecer a la Inquisición. El cineasta se tira al barro de las plantaciones sureñas y las ciudades sin ley del midwest para mostrar aquello contra lo que Lincoln luchó y Spielberg obvia, acomodado en los hemiciclos y salones de la clase dirigente.

Tarantino lo hace además fiel a su estilo. El academicismo no está en su diccionario. El suyo está subrayado por los argumentos tan originales como improbables, la cinefilia desaforada, (Monty Python en la secuencia de los pasamontañas, Peckinpah en el tiroteo en la mansión de Di Caprio, spaguetti western en inicio y cierre más la presencia de uno de sus actores emblemáticos, Franco Nero), banda sonora abrumadora, ecléctica, provocadora (Ennio Morricone, Jim Croce, Beethoven, Richie Havens, Johnny Cash, Pat Metheny, los raperos Tupac Shakur o RZA), fotografía atrevida, actuaciones epatantes (Cristoph Waltz en un papel a su milimétrica medida; Jamie Foxx algo insípido, DiCaprio a su gusto, ristra de cameos tan famosos como casi irreconocibles). Y, principal argumento de los detractores del cineasta, el gusto por la violencia explícita, puntual pero rozando lo insoportable. Django desencadenado es Tarantino idem, aunque mucho más concienciado que en filmes anteriores.

Django desencadenado

Nacionalidad: Estados Unidos, 136 min. Director: Quentin Tarantino

Actores: Cristoph Walz, Jamie Foxx, Leonardo DiCaprio, Don Johnson

Cines: Augusta, Ocimax, Porto Pi, Cinesa Festival Park, Multicines Manacor