Benedicto XVI dijo ayer que las personas que se han alejado de Dios y ya no lo consideran importante han perdido "una gran riqueza, han caído en la miseria y se han convertido en mendigos de la existencia" y que por ello es urgente una nueva evangelización allí donde la fe se ha debilitado.

El Pontífice hizo estas manifestaciones en la clausura del Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización, en el que han participado desde el 7 de octubre 262 prelados de todo el mundo y del que se mostró convencido de que "dará frutos".

"Hay riquezas preciosas para nuestra vida, que no son materiales, que podemos perder", dijo ante varios miles de fieles en la basílica de San Pedro, ante los que recordó el pasaje evangélico del ciego Bartimeo caído en la miseria desde un posición de prosperidad.

Bartimeo -dijo- puede ser la representación de cuantos viven en regiones de antigua evangelización, "donde la luz de la fe se ha debilitado, se han alejado de Dios y ya no lo consideran importante para la vida".

"Son personas que han perdido una gran riqueza, han caído en la miseria no económica o de poder terrenal, sino cristiana, han perdido la orientación segura y sólida de la vida y se han convertido, con frecuencia inconscientemente, en mendigos del sentido de la existencia", afirmó.

El obispo de Roma subrayó que esas personas tienen necesidad de una nueva evangelización, de un nuevo encuentro con Jesús, "el que puede abrirle nuevamente los ojos y mostrarles el camino".

El Papa manifestó que es "urgente" anunciar nuevamente a Cristo donde la luz de la fe se ha debilitado, allá donde el fuego de Dios es como un rescoldo que pide ser reavivado, "para que sea llama viva que da luz y calor a toda la casa".

Benedicto XVI aseguró que la nueva evangelización concierne a toda la Iglesia, que hay que acompañar con una catequesis adecuada la preparación al bautismo, a la confirmación y a la Eucaristía; reiteró la importancia de la penitencia e insistió en la santidad de los cristianos.

También dijo que la nueva evangelización está esencialmente conectada con la "misión ad gentes", entre las personas, y que existen muchos lugares en África, Asía y Oceanía en donde los habitantes, "muchas veces sin ser plenamente conscientes, esperan con gran expectativa el primer anuncio del Evangelio".