La semana pasada fueron las artes escénicas y la danza, y hoy es la viñeta. El zurriagazo de esta semana ha recaído sobre los dibujantes mallorquines. El festival internacional CòmicNostrum no ingresará viruta pública en sus cuentas. Toma quebranto a un sector que alcanza la excelencia en la isla. Un buen palo. Casi me atrevería a decir que fuera de nuestras fronteras, allá por donde caiga Angulema, nos conocen por las playas (como todo quisque) y los dibujantes. Pese a todo, la feria de la viñeta se celebrará en la isla porque los organizadores tienen mucho más arrojo que los políticos, por decirlo finamente, y porque llegando a la quinta edición podrán optar a los fondos europeos para crecer exponencialmente. Ya se baraja fecha para esta cita anual con el cómic, más delgadita por las circunstancias: será el primer fin de semana de diciembre. Bravos. Por cierto, ante tanto varapalo, podría afirmarse que el sector cultural en general está haciendo huelga a la japonesa, es decir, reforzando su dedicación y horas de trabajo causando estragos directos en la imagen de unos gestores públicos que cada vez tienen menos competencias y menos proyectos que gestionar. Aguardamos impacientemente a que algún carguete de Cultura se haga el harakiri político ya. Con su sueldo de varios meses podría hacerse un CòmicNostrum de escándalo. Porque si sólo hay hachazos en cultura, ¿qué cultura tendrán que gestionar?

La historieta es un escenario perfecto para narrar la vida cotidiana, pero también es un método de acercamiento estupendo a la guerra y a la contienda, como bien ha demostrado Joe Sacco. Y todo porque el cómic es un lenguaje muy directo que no le profesa a la realidad, por muy problemática que sea, ningún pánico. Pues bien, dos dibujantes mallorquines han sido fichados para los próximos cuadernillos de la colección Nuevas hazañas bélicas (Glénat), rescatada por Hernán Migoya. Una serie creada a finales de los años cuarenta por Guillermo Sánchez Boix (Boixcar) y que alcanzó una popularidad inédita en la historia del tebeo español. Migoya ha querido hacer lo que el viñetista catalán no pudo en su momento por hallarse en plena dictadura franquista: ofrecer el punto de vista de los dos bandos de la Guerra Civil. Por eso, la editorial acaba de crear dos series de Nuevas hazañas, la roja y la azul, para centrarse en los protagonistas de las dos Españas. Así las cosas, a nuestro Pere Joan le ha tocado lidiar con un episodio centrado en un terrible represor. Su historieta, titulada Rossi de Palma, versa sobre las atrocidades cometidas en Mallorca durante los seis meses de 1936 que estuvo aquí el fascista italiano Conde Aldo Rossi. Algunos dibujos ya corren por internet (en la web de Glénat). En uno de ellos, Pere ha dibujado a "algunos de los compañeros de Rossi en Mallorca". Están el líder falangista de Palma, el marqués Alfonso de Zayas, el obispo Josep Miralles y la madame del prostíbulo de Palma Ca n´Elena.

El segundo dibujante mallorquín que se ha enrolado en otra hazaña bélica es Bartolomé Seguí, quien también publicará a finales de este mes la segunda parte de Hágase el caos (Norma). El episodio que ha abordado para estos cuadernillos también está relacionado con las vivencias isleñas de la Guerra Civil. En concreto, se ha enfrentado en varias páginas al desembarco del capitán Bayo en 1936 en la costa de Manacor, quien llegó a la isla con una misión: liberarla de los nacionales y recuperarla para los republicanos.

Por último, recordar que la nueva novela gráfica de Max, Vapor (La Cúpula), estará en las librerías el próximo día 19.