Nene, que se te caen las bragas. Es de la emoción, contesto raudo, dándome cuenta de que sí, de que mi tanga está hecho trizas, como si la puesta en escena de la despedida de Esperanza Aguirre me hubiera pillado tan descolocado que me temo lo peor. Da un paso atrás para pillar carrerilla. Las teles hirvieron de gozo, porque donde se ponga una lagrimilla y el lloriqueo de una consejera, que se quite, por unos segundos, el dolor más que amortizado de los niños Ruth y José, dejando claro que ni Ana Rosa Quintana ni Susana Griso están dispuestas a soltar la presa así como así. A estas señoras les pasa con ese drama lo mismo que a los chiflados de Sálvame. Hacía más de una semana que, aburrido como el guionista de El día del Señor, dejé la trapisonda del matrimonio Rosa Benito-Amador Mohedano, dando por hecho que también habían amortizado el suceso, y que ya habría vuelto la Venenito a su pesebre, pero hete aquí que el otro día pasé por Telecinco y me encontré a las gallinas picando el mismo desperdicio, la misma caca. Qué sopor, qué tedio, me dije, qué hartura. Creo que llevan más de un mes con esa tarara, y creo que a Belén Esteban, valor demediado y con la prima de riesgo por los suelos, la han matado, no me extrañaría que con la intención de resucitarla un día de estos y empezar de nuevo. Pero insisto, no me hagan mucho caso. Deduzco lo del crimen, escondiendo el cadáver en alguna nevera del estudio, porque ese día no la sacaron. Creo más. Creo que si no la han matado estos días están empezando a matarla porque es lo único que les queda con la churri de San Blas para reanimar la audiencia. Como Esperanza, que de tele, chanchullos, tempos, silencios, arrebatos y mi coño es el que el vale, saben un rato. De ahí que a mí, que ni para macarra marbellí de los que sacó esta semana Samanta Villar en su regreso, se me caigan las bragas a la primera.

Botella, Dragó, Conde€

La otra noche lloraba con amarga mala leche, postrado en su lecho de enfermo de la sanidad pública, al que algunos daban por muerto, Wyoming, consciente de que sin Aguirre el panorama político era un poco más triste. No es lo mismo, que Ana Botella es una teta sin leche, una cara sin emoción, una sonrisa tan falsa como los amores de ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, una estatua de sal. Tratando de rellenar el hueco dejado por la emperatriz de los casinos y lupanares, directora a tiempo completo de Telemadrid, albañila ocupada en desmontar el tugurio dejándolo limpio de deudas para que algún amigo se haga con el negocio, aburrida de esquilmar la educación pública, El intermedio no para de trastear a nuevos personajes a ver si tienen el tirón que exige la pantalla. Juan Rulfo hablaría de El llano en llamas. Aquí decimos que la dimsión de Espe ha dejado el plasma tiritando, sin grandes matronas, descartado Sánchez Dragó, que aunque de ego y vanidad va tan sombrado que hubiera querido ser el inseminador de su esposa Naoko y la parturienta abierta de patas para parir a su hijo Akela, no es lo mismo. Akela, Akela, ay qué hombre, qué cabeza, qué artista llamar Akela a su bebé y asistir al parto en casa, en un colchón tirado al suelo, entre gatos, y frente a una cámara con el chichi de Naoko abierto como un sobaco. Basta. No nos vale. Punto. Así que los programas han de buscarse la vida. El intermedio, desesperado, envió a Galicia a Gonzo tratando de ver en Mario Conde el mesías cómico, el humorista a tiempo total, pero se vino frustrado. Sólo vio a un exdelincuente tomándose tan en serio lo de encabezar un partido político gallego que, como Aznar en su actuación estelar ante Bush hablando en tejano con su "estamos trabajando en ello", el engominado exbanquero actuó ante su auditorio como un consumado farsante con deje gallego y humor cursi -mucho menos que Dragó y sus koalas-, pero sin responder a Gonzo y ni siquiera sonreír con la ignorancia petulante de Botella, doña Ana.

Qué aburrición, Rubal

Tampoco empezó la semana en alto. Entre que María Casado no es cascabelera y que Alfredo Pérez Rubalcaba no es la alegría de la huerta, seguí su entrevista en TVE como el que se toma un medicamento sin alternativas. Qué aburrución de hombre, qué poco entusiasmo, qué escaso interés. Pero si hasta cualquier dobladillo de las ricas telas de Michelle Jenner como Isabel de Castilla tiene más gracia que esa forma suya de trastabillarse tratando de enfatizar su mensaje, no, no, es verdad que, fal, faltaría más, es cierto que, cre, créame si le digo€ Ay, José Mota, cuánto daño le hiciste a este hombre con tu parodia. Más que ilusión, a mí me pone de los nervios. Vi enterita la entrevista, pero miré varias veces el reló para ver lo que faltaba para que empezara Isabel, que cada semana se pone más interesante, haya o no polvo, que suele haberlo, incluso lo echa con putillas de la corte el alto clérigo Alfonso Carrillo de Acuña, Pedro Casablanc, para pasmo de Isabel, que sólo se alzará sus faldones ante el hombre que ella quiera, faltaría más, salta fuera de su tiempo y hora, Rubalcaba, tratando de colarse sin miramientos. A TVE no le importaría, supongo, porque ella cuela a quien le da la gana dando a entender que ahora el cortijo es de otros, faltaría más. ¿Qué hace Edurne Uriarte, esposa de José Ignacio Wert, altivo ministro de Desgüace, en Los desdayunos? Lo normal. Hay quien se ha llevado un bofetón de incredulidad por el descaro, la desvergüenza, por el atrevimiento de colocarla en la pública arrastrando su recentísimo paso como maestra alboratadora social en Intereconomía y sobre todo por los intereses comunes que le unen a un miembro del Gobierno. A mí no me parece mal, faltaría más, cre, créame si le digo que esta tertuliana me importa tanto como que la mujer del sumo sacerdote de la derecha cursilona y espiritista se espatarre en el salón de su casa para parir koalas, brevas, o bebés en serie con caritas de Bertín Osborne, que la semana próxima irrumpe en La 2, faltaría más, y para el que, con las bragas en la mano, ya pido su dimisión, créame.