Las noticias acerca de fósiles pertenecientes al linaje humano llaman la atención, por razones obvias, hasta el extremo de ocupar lugares de privilegio en las páginas de los diarios. Otra cosa es que esas informaciones, en el traslado desde las revistas especializadas a los medios digamos normales de comunicación, den tantas piruetas como para convertirse en pura fábula. Así ha sucedido con el hallazgo de tres nuevos ejemplares de entre 1,7 y 2 millones de años de edad procedentes del yacimiento de Koobi Fora (Kenia), uno de los grandes templos de la paleontología humana. La agencia de noticias Efe se hizo eco del hallazgo y ahí comenzaron los malentendidos. Dejando de lado que la taxonomía linneana obligue a poner en minúscula el nombre de la especie sin que los redactores de Efe lo sepan, la noticia se dio de una manera tal que quienes leyeran antes el texto científico habrían pensado que el verano hace estragos también en la prensa. Los que se enterasen por el suelto de la agencia€ Bueno; siempre pueden ir a la revista Nature para comprobar qué es lo que hay de verdad en ella.

Los nuevos fósiles de Koobi Fora se parecen mucho a un ejemplar ya famoso, el KNM-ER 1470 -aparecido en la misma localidad hace cuarenta años- que dio lugar al nombramiento de una nueva especie, Homo rudolfensis. Hallar más especímenes de un taxón que multiplicó las especies más antiguas de nuestro género es algo muy importante: resulta posible determinar mejor en qué medida se trata de una nueva especie y no de una diversificación morfológica dentro de otra antes conocida -como Homo habilis, en este caso. Eso mismo es lo que ha sucedido. El equipo dirigido por Meave Leakey, del Turkana Basin Institute de Kenia, ha dejado bien claro que su hallazgo confirma la diversidad taxonómica entre los primeros Homo, atribuyendo los nuevos hallazgos al mismo taxón que el de KNM-ER 1470. Así que las campanas lanzadas al vuelo por la agencia Efe desde Londres carecen de justificación: ni estamos ante una nueva especie, ni se trata de los primeros momentos de la evolución humana (que tuvieron lugar casi cinco millones de años antes), ni los descubrimientos han sido hechos por el instituto Max Planck de Leipzig. Meave Leake pertenece a la histórica familia de ese nombre; es nuera del fundador de la saga, Louis, ya desaparecido, que de alemán tenía poco. El segundo firmante del artículo, Fred Spoor, sí que es miembro del muy prestigioso departamento de Antropología de Leipzig; se trata del único entre los siete firmantes perteneciente al Max Planck.

Aunque el verano parece haber dañado también el criterio de los especialistas. En un diario madrileño de gran tirada, un muy afamado antropólogo, al comentar el hallazgo, se hizo un lío de los de órdago. O se quitó el marrón de encima soltando cuatro lugares comunes con poco sentido y menos relación aún con la importancia de los nuevos fósiles. Debe ser que los calores afectan al entendimiento lo que se dice una barbaridad.