Leí hace unos días que las obras de reforma de un local de la ciudad australiana de Melbourne acabaron con un grafitti de Banksy. El anónimo artista británico, que se ha ganado su lugar en el escenario del arte contemporáneo, pintó hace más de quince años una rata haciendo paracaidismo, y ahora unos albañiles han hecho un hueco para pasar unas tuberías sin tenerla en cuenta. La pintura, que no hacía más de un palmo, estaba valorada en más de 39.000 euros.

Bansky es un ejemplo de arte urbano como cierta manifestación marginal, pero al mismo tiempo como copia de las estrategias de marketing de la comunicación de masas. Un arte poético y a la vez crítico, desarrollado gracias a la generosidad y la amplitud de las grandes ciudades, en Europa a partir de Mayo del 68.

Ahora Sath (pseudónimo de Sandro Thomàs Soler, Mallorca, 1983), nos propone ahondar en las almas en la Galería SKL a través de obra pictórica sobre lienzo, madera y pared, además de tres collages de factura exquisita, donde confluyen una cierta clandestinidad intrínseca al arte urbano con el mercado del arte.

Bajo el epígrafe de Al+ (Almas) el joven mallorquín nos propone retratos con una gran fuerza expresiva, de personajes que buscan limpiar sus almas bajo gritos aterradores. Unas imágenes donde Sath plasma sus obsesiones y sus pesadillas hechas de retales, de acumulación, de fragmentos, de miedos, de verdades.

La cuestión es saber si un grafitti puede sobrevivir encerrado en las cuatro paredes de una galería, porque ahí se sacraliza y se vuelve distante al espectador, el efecto contrario que ofrece a priori el arte urbano. La otra lectura es el deseo de dignificar estas obras y poder mostrarlas en estado puro.

Cualquier artista resulta más convincente cuanto más fascinadora es su obra, y las obras que fascinan acostumbran a ser las que causan sorpresa, el mecanismo con el que reaccionamos ante la buena creatividad.

Sath

Al+

Galería SKL

Costa de la Santa Creu, 8 (Palma)

Hasta el 14 de Junio.