Sin aquel grupo de entusiastas del espacio que se reunía espontáneamente a mediados de los setenta en Inca, el Observatori Astronòmic de Mallorca (OAM) sería a día de hoy una entelequia. Cerca quedaban en las retinas de aquellos científicos –Miguel Ángel Mulet, Gabriel Pieras, Miguel Ángel Rubert o el director actual del OAM, Salvador Sánchez–, los pasos del astronauta Neil Amstrong sobre la Luna. Un mito. Al mismo tiempo crecía en ellos la ilusión de que en Mallorca también podía trabajarse mirando los cielos.

En la isla, la idea de poner en marcha un centro astronómico nació un poco por oposición a unas prospecciones que varios investigadores europeos realizaron en tierras mallorquinas entre los años cuarenta y sesenta. En ellas se descartaba la isla como emplazamiento ideal para grandes telescopios por la alta humedad y la escasa altura de la geografía. ¿Quién iba a decirles a aquellos científicos que el OAM, con 20 años recién cumplidos, iba a convertirse en el primer centro español de detección de estrellas? Aquellos entusiastas de la astronomía rompieron con sus predecesores. Y avanzaron. Con cabezonería y tesón. En 1988 fundaron el OAM como entidad científico-cultural. El proyecto de observatorio, redactado por el arquitecto Alberto Velázquez Arroyo, se vendió a los políticos (a la conselleria de Cultura del Govern) ese mismo año. Y picaron el anzuelo. Probablemente nuestros próceres no tenían ni idea por entonces (y algunos no la tienen hoy día) de la excelente inversión en I+D que estaban realizando. Así, en 1990, el Govern y la OAM firmaron un convenio para la construcción de un observatorio en Costitx. "Empezamos a buscar por Lloret con un mapa militar, pero allí no podía ser. Y dimos con una zona muy verde como ésta, que estaba elevada y donde la turbulencia era mínima. La quietud del viento del Pla de Mallorca es ideal para los telescopios", observa Sánchez.

Mayo de 1991, la inauguración

En 1991 las instalaciones estaban listas. El observatorio se puso en funcionamiento el 21 de mayo. La parte más antigua del complejo científico es aquella en la que brotan tres cúpulas blancas como champiñones. En su interior, Sánchez muestra un telescopio robótico de cuarta generación. Estos aparatitos y la fórmula que ha permitido su desarrollo son la piedra angular de los descubrimientos del Observatori, su secreto mejor guardado. Un algoritmo cifrado desarrollado en 2002 por el astrónomo catalán Jaume Nomen, quien forma parte del equipo multidisciplinar de Costitx. ¿Las características de esta receta de detección de estrellas? La rapidez y la eficacia en la detección y procesamiento de datos, responsables de que la robótica del OAM sea la mejor de España.

Estos días hay trabajo en el centro porque hay que montar un tercer telescopio de cuarta generación en una de las cúpulas. Los aparatos de detección se fabrican fuera. Este último acaba de llegar de Alemania. "Tenemos convenios con distintas instituciones europeas que sin ellas nada de esto sería posible", explica Sánchez. Entre ellas se encuentran The Open University de Londres, la Universidad de Hamburgo y el Max Planck Institute. Cada una de las cabinas es autónoma y está conectada a una estación metereológica. Los telescopios son de tubo medio abierto por la degradación que implica el clima húmedo de la isla. Es por ello también que cada uno de ellos lleva incorporado un sistema de calefacción. Varios metros al sur, hay otras siete cúpulas a pie de suelo: el complejo Astroesplai, inaugurado en 1997. Estas cápsulas son mixtas, de observación y divulgación, y las ocupan estudiantes y escolares durante las visitas didácticas. En la parte antigua queda la sala 7, llamada así porque mide precisamente 7 metros. Ahí se reúne el equipo a trabajar. Pese a que gran parte de sus componentes vive fuera de Mallorca porque están integrados en otras instituciones académicas, se comunican día a día por internet.

Equipo multidisciplinar

El plantel de expertos del OAM, formado por ocho personas en la actualidad, es envidiable: Salvador Sánchez, licenciado en Instrumentación Astronómica y doctor honoris causa por la Open University, es el director y uno de los fundadores del centro; Francisco Serra y Jaume Nomen son los ingenieros informáticos; Miguel Hurtado y Pablo Ríos son los técnicos operadores de telescopios; el astrofísico Vadim Burwitz, del Max Planck, coordina los programas de observación; Juan Rodríguez es también técnico de telescopios y pasa los descubrimientos al observatorio y los implementa al planetario; Rainer Stoss es ingeniero de Robótica; Jaume Andreu es técnico electrónico y Elena Gómez es también ingeniera informática.

Ampliación en 2003

Las instalaciones del Observatori se extendieron en 2003 con la construcción del planetario, en la misma finca de Costitx, y la segunda casa del OAM en Collado de La Sagra, Granada, una estación que se controla de manera remota.

Los resultados del centro a lo largo de dos décadas son increíbles. "Somos los segundos en el mundo después de los Estados Unidos. La NASA y la United States Air Force son sólo superiores a nosotros en resultados", informa Sánchez, orgulloso de una organización que cuenta con un presupuesto muy inferior ("que no llega a los 500.000 euros") al de sus competidores. El año pasado, la ONU reconoció al OAM en el campo de la vigilancia del medio ambiente espacial. El informe que publicó destaca que el centro es capaz de detectar más de 400 nuevos asteroides y realizar más de 50.000 mediciones astrométricas al mes, cosa que lo convierte en uno de los observatorios más importantes del mundo.