Más allá del gusto de los Medici, Bronzino, que también escribió poemas influenciado por Petrarca, se dedicó toda su vida a percibir la belleza. Una obra enigmática en su significado que ha hecho correr ríos de tinta por su poderoso erotismo y que se esconde detrás de algunos de los escenarios que nos propone el artista Miguel Ángel Pascual (Madrid, 1974).

Su arte se convierte en contenedor iconográfico que ayuda a generar nuevos discursos y significados muy útiles al espectador. Mezcla imágenes sin verosimilitud, es decir, sin conexión con lo real, pero con un significado que remite para su interpretación a un contexto cultural determinado, ya sea la cultura clásica o imágenes actuales. Para Pascual la historia de la cultura se integra como un relato en el que subsisten todo un espectro de imágenes, gestos, actitudes, ideas, paisajes y sentimientos.

Ficción construida a través de otra ficción, ya que yuxtapone sistemáticamente todos los niveles de representación y los superpone a través de grandes antonimias. De esta manera consigue establecer un juego de miradas que nos remiten a conceptos de apropiación, seducción o vouyerismo conceptual. Personajes relacionados con el dolor, el poder y la violencia como Sadam Hussein, Eva Braun o Ho Chi Minh hasta fragmentos de pinturas de Bronzino, arquitecturas inventadas y reales como el aeropuerto de El Prat, la estación de Friedrichstrasse de Berlín o lugares con memoria histórica como Belchite.

Su veintena de obras y murales expuestos desarrollan varios métodos de representación, mezcla la pintura gestual con la de vanguardia reproduciendo píxeles y efectos gráficos que nos remiten a la pintura puntillista de Seurat abordada casi como una ecuación matemática. Sueños y fantasías de una sociedad edulcorada e hipócrita que demuestra que el arte de observar afecta el fenómeno observado. Algo tan falso como las poses de sofisticadas mujeres anuncio, víctimas de una colectividad que no alcanza a entender los valores contemporáneos de feminidad que tanto aparecen en nuestra sociedad de consumo. Bajo la felicidad, un vacío infinito.

´Vademécum´.

Miguel Ángel Pascual.

Galería Ferran Cano.

Forn de la Gloria, 12 (Palma)