En receso, parcial, las patologías coronarias, las oncológicas, el cáncer, incrementa su visibilidad en nuestras vidas. Enfermedad larga, difícil todavía de controlar y por ende, de asimilar psicológicamente. En Mi vida sin mí, Isabel Coixet dio la palabra a una chica que esconde el mal dolent a todo su entorno. En Truman Cesc Gay hace lo contrario. Un hombre (Darín), en posesión todavía de movilidad física y lucidez mental, decide adelantar la ronda de despedidas, acotadas en la película a los cuatro días en que le visita uno de sus mejores amigos (Cámara), residente en el extranjero.
El guion concede un solo guiño a la galería en la figura del perro que da título al filme. En los humanos hay una fijación por acentuar el realismo, la contención, los subtextos. Acierta parcialmente. Los personajes, sobre todo los de Cámara y Fonzi están apenas esbozados. En su esfuerzo por huir de las tvmovies lacrimógenas se abusa de los silencios, los diálogos anodinos, que aunque tienen subtexto y emociones larvadas, podrían haberse enriquecido. Con detalles laborales, familiares o aficiones de esos dos personajes; mostrar, contar un poco más por qué están ambos tan unidos al sufriente. En el haber el libreto logra mostrar que esa decisión tan valiente no es nada sencilla de aplicar. Cada persona cercana requiere un momento y una forma precisos. Se puede herir, o como mínimo provocar incomprensión, por anticipar o retrasar las charlas, por escasez o exceso de explicaciones. El broche, la viga maestra de la película es Ricardo Darín, una vez más a su estratosférico nivel, sobrio, empático, carismático.
Truman
España, Argentina 108 min
Director: Cesc Gay
Actores: Ricardo Darín, Javier Cámara, Dolores Fonzi, Eduard Fernandez
Cines: Ocimax, Rivoli, Cinesa Festival Park