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Música crítica

He visto cosas que vosotros no creeríais

Orquesta Simfònica de Balears ***½. Sergio Alapont, director. Obras de Roig-Francolí y Bruckner. 15-01-15

Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán... en el tiempo... como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir. Uno de los monólogos más conocidos de Blade Runner, el film de culto, referente de toda una generación preinternauta.

Orión. Con esa constelación se inició el último concierto de temporada de la Simfònica, el jueves en el Auditòrium. Y van seis.

A Orió le siguieron Andròmeda y Perseu, para juntas las tres constituir el todo de una obra interesante que el compositor ibicenco Miquel A. Roig-Francolí ha escrito para orquesta y que se estrenó en el concierto que comentamos.

Tres poemes astrals es el título de esa obra programática que utiliza elementos tradicionales como la melodía, el contrapunto y la fuga pero a partir de una forma nueva, contemporánea.

En Tres poemes astrals el compositor nos remite por igual a la Grecia clásica y al espacio sideral. Orió es un conjunto de estrellas pero es también un gigante cazador, de ahí el motivo temático de tres notas y una fuga final. Todo muy bien construído. Andrómeda es una constelación boreal y una bella doncella dada a un monstruo para apaciguarlo. De ahí la sucesión de melodías y contrastes sonoros. Ajustados, precisos. Perseu es una constelación del norte y el héroe que decapitó a Medusa, lo que lleva al compositor a pensar en una brillante sucesión rítmica muy al estilo heroico.

En esos tres poemas simfónicos, Roig-Francolí retrata a veces y evoca en otras, a través de la música, historias y aventuras del pasado. Y lo hace de forma gratificante para el público y para la orquesta. El público agradece la escasez de experimentos y la tonalidad moderna, pero tonalidad al fin y al cabo. La orquesta agradece poder lucir de forma apasionada sus diferentes secciones. Cuerdas, maderas, vientos y percusión (bravo por nuestros tamborileros), incluso piano y arpa tienen sus momentos solistas.

Una audición muy conseguida, con un Sergio Alapont en el podio que marcó en todo momento los puntos clave de la partitura: entradas, matices, efectos? El público agradeció también las explicaciones previas a la audición por parte del propio compositor ya que ayudaron a entender esa obra que seguro tiene un gran futuro.

En la segunda parte la menos aburrida de las sinfonías de Bruckner, la cuarta. Tanto la orquesta como el director intentaron que el tedio no se apoderara de la sala. Lo consiguieron a medias. Es muy difícil que esas largas cadencias y esos interminables pasajes seduzcan al respetable. La culpa no es de los músicos, naturalmente.

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