Visitar el Bernabéu y caer derrotado, o incluso goleado, es lo más probable, incluso si tienes una superplantilla como la del PSG o el Manchester City. Lo normal es hincar la rodilla en una liga con plantillas tan desiguales como las del Real Madrid y la del Mallorca, o de más de la mitad de equipos de Primera.
Goleado salió el Mallorca el pasado año, 6-1, y goleado ha salido este año, 4-1, pese a la ausencia de Benzema. Dos derrotas, pero muy diferentes, al menos en cuanto a la imagen que han dado los mallorquinistas, que este año han tenido sus opciones y han dado la cara. El pasado año el partido fue un paseo para los de Ancelotti, que ayer se permitió prescindir de titulares indiscutibles en un ejercicio de soberbia que estuvo a punto de pasarle factura.
El gol inicial de Muriqi dio alas al Mallorca que se sintió capaz de negarle el gol al Madrid. Para desgracia de los de Aguirre, Valverde se inventó una jugada superlativa que acabó con un zurdazo a la escuadra de Rajkovic, que no pudo hacer nada para evitar el que ha sido el primer gol encajado en jugada por este equipo. Fue el momento en que los mallorquinistas entonamos el “y si”, no nos hubieran marcado antes del descanso, al que seguiría tras el descanso el “y si” Antonio Sánchez hace lo más fácil y marca el 1-2.
Cuando vas al Bernabéu, o al Camp Nou, por hablar de campos y rivales difíciles, no puedes permitirte fallar las escasas oportunidades que se te presentan. Si lo haces, pierdes el partido y solo te queda el consuelo de recordar que has dado una buena imagen. Y un castizo diría aquel: “Jugamos como nunca y perdimos como siempre”.
