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Opinión

Agotadas todas las balas posibles, por Gabriel Forteza

Gio González, en el partido frente el Espanyol.

Después de ‘conseguir’ la sexta derrota consecutiva (va camino de un récord si no fuera por el Levante) el Real Mallorca ha agotado ya todas las balas de las que disponía a lo largo de cada batacazo.

De un tiempo a esta parte había que cambiar de portero y el cambio se hizo sin que se aprecien muchas diferencias entre lo que había y lo que hay.

Había que contratar a un delantero ante la falta de gol, se trajo a ese delantero, y el llamado ‘efecto Muriqi’ se ha diluido.

Además, se echó mano durante un tiempo de que el equipo tenía un partido menos en la clasificación como si fuera garantía de triunfo el día que se jugara; ese partido se jugó y se perdió.

Y la última bala que quedaba pendiente también se ha ido al traste. El argumento de que el equipo no había entrado en posiciones de descenso, a pesar de todo, ya no vale. El Cádiz hizo los deberes, el Granada también y el Mallorca ya ha caído a esa zona de descenso.

El equipo mostró en el campo del Espanyol todas las carencias posibles: endeblez defensiva, incapacidad en ataque, inocencia y ser contemplativos a lo largo del partido en muchas acciones del juego. Se hace necesario un volantazo en busca de una reacción y solo queda una bala en la recámara, ¿el entrenador quizá?

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