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Fútbol

El peor Mallorca se encontrará con un Real Madrid pletórico

El equipo de Luis García, sin rumbo tras cuatro derrotas consecutivas y un agujero en defensa, recibirá el lunes a un rival que parece imparable tras la remontada al PSG

Benzema es felicitado por sus compañeros al final del partido ante el PSG.

Si siempre es un mal momento para enfrentarse al Real Madrid, el partido que le espera el próximo lunes al Mallorca es, a priori, tarea prácticamente imposible. Se juntarán en Son Moix un equipo en el peor momento de la temporada, con cuatro derrotas consecutivas y sin visos de poder levantar el vuelo, y otro que llegará pletórico tras la remontada ante el París Saint Germain del miércoles que le coloca en los cuartos de final de la Liga de Campeones. El equipo de Ancelotti no solo va bien en la máxima competición europea, sino que en la Liga es líder destacado, con ocho puntos de ventaja sobre el Sevilla, segundo. 

Ni siquiera la posibilidad de que Ancelotti deje en el banquillo a alguna de sus figuras para darles descanso sirve de consuelo para un Mallorca que, ahora mismo, cualquier rival le resulta una montaña. Y más este Madrid que solo ha encajado dos derrotas en toda la temporada y aparece como el máximo goleador, con 56 dianas. Delante tendrá a la segunda peor defensa del campeonato, con 45 goles encajados, nueve menos que el colista Levante. Por lo tanto, los extremos se tocan en Son Moix en un duelo más parecido a un David contra Goliath que cualquier otra cosa. Al Mallorca le cuesta horrores marcar, pese a los tres del domingo pasado en Balaídos, y siempre comete algún error en defensa que le penaliza. 

El lunes se verán las caras el segundo equipo más goleado, el Mallorca con 45 dianas, con el máximo goleador, el Real Madrid con 56

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 Trasladando al presente la imagen histórica de las remontadas, el orgullo de equipo que no da nada por perdido y tras levantar en 17 minutos de inspiración una eliminatoria en la que había sido inferior al París Saint-Germain, el Real Madrid, rey de la Liga de Campeones con sus trece conquistas, recuperó galones para volver a creer en la competición en momentos que parecían de travesía europea.

Desde que el Real Madrid cerrase un ciclo histórico con un dominio sin precedente tras el cambio en la denominación de la Copa de Europa a la Liga de Campeones, con la final ganada en Kiev al Liverpool en 2018, el día del adiós de Cristiano Ronaldo, el club blanco no ha vuelto a sentir la opción de volver a reinar. Dos eliminaciones en octavos de final y unas semifinales el pasado curso, que se sintió como techo insuperable.

Para aspirar a una nueva etapa de dominio hacen falta nombres como Kylian Mbappé o Erling Halaand. Jugadores que marcan la diferencia en los últimos metros. Los más cotizados en un mercado voraz. Lo sabe el presidente Florentino Pérez y sus personas de confianza. Y en eso andan de cara a la próxima temporada. Parecía que solo así el Real Madrid podría aspirar a dar el salto de calidad que se necesita para competir con clubes con otras fuentes de inyección económica, los denominados clubes estado como el PSG.

Pero el Real Madrid volvió a demostrar un gen competitivo especial en la Copa de Europa. Algo difícil de describir por los jugadores, que enloquecen sobre el césped del Santiago Bernabéu sintiendo el aliento de su afición cuando más lo necesitan. Así, mostró al PSG que un proyecto ganador no se construye solo a base de talonario.

Nunca el conjunto parisino había vencido en Champions en el estadio madridista y cuando lo sintió cerca, fue arrollado. Sufrió un desplome que provocó su eliminación en octavos de final. Como en 2018, con un equipo en el que brillaba Mbappé, escoltado por Cavani o Di María.

Y eso que el destino había castigado a un Real Madrid al que de nada le sirvió quedar primero de su grupo para obtener un rival más asequible en la primera eliminatoria camino de la deseada final con nueva sede, precisamente París. Se tuvo que repetir por primera vez un sorteo en Uefa y se pasó de la satisfacción por el emparejamiento con el Benfica, a la inquietud por tener que medirse a uno de los favoritos. En ese grupo ya nadie incluía al equipo de Carlo Ancelotti.

Tras lograr con mucho mérito el pasado curso acabar entre los cuatro mejores equipos del Viejo Continente, el Real Madrid sentía de cerca la presión de la cruda barrera de los octavos de final con la que ha topado en dos de las tres últimas ediciones. Sabe bien lo que se siente porque antes de ganar cuatro Ligas de Campeones en cinco años, estuvo entre 2005 y 2010 sin encontrar soluciones.

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