Vicente Moreno está en todo su derecho de elegir su futuro y éste parece que se encuentra lejos de Mallorca. Le han fallado al técnico valenciano los tiempos y alguna persona de su confianza que se ha ido de la lengua antes de hora. Más inoportuna no puede haber sido la filtración, a pocas horas de jugarse la permanencia ante el Granada, partido que, por supuesto, ha pasado a un segundo plano.
Desde el mismo momento en que tenía tomada la decisión, y de eso hace varios meses, Moreno debería haber comunicado su deseo de abandonar la nave a los máximos dirigentes de la entidad. En este aspecto su actitud es reprobable porque no solo tenía decidida su salida sino que, por lo visto, ya negociaba con otro club, al parecer el Espanyol, al más puro estilo Lopetegui. No hace falta decir que su decisión ha caído como una bomba en el club, que confiaba en que el técnico respetara el contrato que a final de la pasada temporada había ampliado hasta 2022, un anuncio realizado a bombo y platillo. La marcha de Moreno no hace más que corroborar que los contratos en el fútbol son papel mojado si una de las partes quiere romper la relación.
Al que a partir del lunes, pase lo que pase, será ya ex entrenador del Mallorca, solo se puede desearle suerte. Ni su reprobable forma de proceder en el último momento es motivo para no reconocer que su paso por el club ha dejado una huella profunda, de educación, conocimiento y profesionalidad.
