Es curioso esto del fútbol. Recién acabado el partido Betis-Mallorca con empate, casi todo el mundo celebraba ese empate como algo positivo y sin embargo se deseaba un empate entre Celta y Leganés como algo negativo para ambos. Conclusión: un empate es o bueno o malo depende del color con que se mire. La segunda conclusión a la que me lleva un empate es que su valor también depende de cómo se consiga. Si es casual jugando un mal partido no tiene apenas credibilidad, pero si se logra superando dos penaltis en contra, una lesión, una remontada y marcando tres goles fuera de casa, entonces es casi como un triunfo. Es decir, que los empates también dependen de las sensaciones que deja el equipo sobre el campo y al punto matemático del empate hay que añadirle el empuje anímico que supone las sensaciones de valentía y atrevimiento que dejó el Mallorca en campo del Betis como no había hecho en ninguna otra salida esta temporada.
Y del punto y las sensaciones, paso al tridente. Se habla mucho del dinero invertido por el Espanyol en fichajes, del carisma y los goles de Iago Aspas en el Celta y de la faena que le han hecho los mercados de fichajes al Leganés con sus dos delanteros. Pero creo que habrá que empezar a hablar del tridente Cucho-Budimir-Kubo, tres jugadores que podrían tener en sus manos, ¡uy, perdón!, en sus botas, la salvación del Mallorca.
